sexta-feira, 13 de dezembro de 2024

Escultura "Nosotros Afuera" / Escultura "Nós Lá Fora", Plazoleta Ginastera, Buenos Aires, Argentina

 





Escultura "Nosotros Afuera" / Escultura "Nós Lá Fora", Plazoleta Ginastera, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia


Texto 1:
Heredero de una tradición y un significado milenario, el huevo es símbolo de vida y de renacimiento. El huevo más emblemático del arte argentino es sin dudas Nosotros afuera, creado por Federico Manuel Peralta Ramos en 1965. Una réplica de aquella obra mítica, gigante y blanca, fue instalada en 2014 en la Plazoleta Ginastera, e interpela a quienes caminan frente a la Plaza San Martín.
La escultura ovoide es un homenaje que la Legislatura porteña le hizo a Peralta Ramos (1939-1993). El artista fue un personaje excéntrico, insignia de la vanguardia de los años sesenta, habitué de todos los lugares donde creció aquel movimiento artístico: la Galería del Este, el Florida Garden, el Di Tella. Casualmente, todos estaban en Retiro.
Performer, poeta y showman, Peralta Ramos nació en Mar del Plata el 29 de enero de 1939. Estudió arquitectura en la Universidad de Buenos Aires, aunque abandonó la carrera para seguir sus inclinaciones artísticas.
Pionero del arte conceptual argentino, dandi rebelde, en 1965 presentó un huevo de grandes dimensiones 260 x 450 centímetros construido in situ- al Premio Di Tella y lo bautizó "Nosotros afuera". La obra combinaba yeso y mampostería, y una cuadrilla de albañiles la terminó de construir a contrarreloj en la sala. Después, el huevo se fue resquebrajando delante del público y, en gesto de performance, fue finalmente destruido con un hacha por el artista luego de que el jurado lo declarara ganador.
A cincuenta y seis años de aquel evento singular, el huevo gigante de Peralta Ramos reapareció de manera inesperada, casi de incógnito, en la Plazoleta Ginastera de Retiro para sorprender a los porteños. No es la primera vez que se exhibe una reproducción de "Nosotros afuera". En 1995, el Malba inauguró una muestra en honor a Peralta Ramos, La era metabólica, que giraba alrededor de una versión de la mítica escultura de yeso fabricada para la ocasión.
Las anécdotas estrambóticas de Peralta Ramos fueron parte y signaron su trayectoria artística. En 1968 ganó la prestigiosa beca en la categoría Pintura y decidió invertir el dinero bajo el concepto de que “la vida es una obra de arte”. En los papeles, informó a la institución que el proyecto implicaría “lanzar al mar un inflable gigante que desparramaría buena voluntad por el mundo”. Pero la forma en la que concretó aquella idea solo hizo crecer el mito: invitó a veinticinco personas a cenar al Hotel Alvear y después a bailar a la boite África. Se mandó a hacer trajes y pagó deudas. Cuando la Fundación Guggenheim le pidió que devolviera el monto, Peralta Ramos escribió una carta que hoy se exhibe en la sede de la fundación en Nueva York. “Ustedes me dieron esa plata para que yo hiciera una obra de arte, y mi obra de arte fue esa cena. Leonardo pintó La última cena, yo la organicé”, se defendió. Texto de Martín Sassone.
Texto 2:
Al observar la escultura recientemente instalada en la plazoleta ubicada donde desembocan las calles Florida, San Martín y Ricardo Rojas, a un costado del Kavanagh, es inevitable primero la sorpresa y luego cierto estupor que se produce al conocer que ese huevo gigante - que de eso se trata - está ubicado en un espacio dedicado como homenaje al gran compositor argentino Alberto Ginastera. La sensación es que no se corresponde absolutamente una cosa con la otra. Entonces para entender algo, quizá conviene referirse a cada aspecto de esto por separado.
Lo primero, sobre Alberto Ginastera, recordemos en forma breve que nació en Buenos Aires en 1916. Es uno de los más importantes músicos del pasado siglo en nuestro país, que basó algunas de sus composiciones en formas de innegable reminiscencia local. Compuso gran cantidad de obras para orquesta, para instrumentos solistas - particularmente piano - para canto y piano, y también algunas óperas. Entre ellas se recuerda especialmente Bomarzo (1967) basada en un texto de Manuel Mujica Láinez y que tuvo grandes dificultades para ser estrenada en el Teatro Colón, porque fue censurada por el gobierno de entonces. Ginastera fundó la Facultad de Música de la Universidad Católica Argentina y un Centro de Estudios Musicales en el Instituto Di Tella, entre otras instituciones. Fue maestro de otros importantes músicos, entre ellos Astor Piazzolla. En 1970 partió a Europa a radicarse, y falleció en Ginebra en 1983.
Es lógico pensar que un compositor de este relieve tenía que tener algún reconocimiento en su ciudad natal. Por eso en 1993 se le dio su nombre a la plazoleta ubicada en Viamonte y Libertad, junto al Colón. Pero al tiempo hubo que sacar la plaqueta que lo recordaba porque ese lugar ya tenía nombre - es hasta hoy la plazoleta Vaticano - de modo que tras el papelón había que encontrar otro espacio para homenajear al maestro. Unos cuantos años después, para el Día de la Música de 2011 y a partir de una iniciativa presentada en la Legislatura porteña, se decidió consagrar este espacio en Retiro junto al Kavanagh, para recordar a Ginastera. También en esta oportunidad hubo un episodio confuso, ya que, según consignan crónicas de la inauguración de la Plazoleta, esta no pudo contar desde ese primer momento con un cantero de flores que se había preparado, porque debido a una confusión en los nombres de las calles, el cantero se colocó en Av. San Martín y Rojas, en el barrio de Caballito.
Es bastante probable que lo referido a esta designación se haya hecho en forma algo apurada, porque tampoco la placa allí existente define cabalmente el perfil del músico. Dice “Alberto Evaristo Ginastera (1916-1983). Genial creador de un estilo musical único, conocido como ‘Música de las Pampas’, es valorado en el mundo entero como la más alta expresión de la argentinidad en la música”. Y no se consignó en la placa la fecha del evento.
Pero en fin, que en esta historia falta lo referido a la escultura inaugurada hace muy poco, hecho que dio origen a esta nota. Se trata de un huevo gigante, que es en realidad una reproducción de otro similar, obra denominada “Nosotros afuera”, con la que Federico Peralta Ramos ganó el Premio Di Tella en 1965. Peralta Ramos fue un personaje excéntrico, artista de la vanguardia propia de los años 60, habitué de los lugares en los que esa vanguardia se expresaba por entonces: la Galería del Este, el Florida Garden, el Di Tella (casualmente, todos en Retiro). Participó en películas, en programas de TV. Consideraba que el artista era su propia obra, de modo que destruyó él mismo su huevo premiado.
Hoy, a 50 años de aquel evento singular, el huevo gigante de Peralta Ramos reaparece de manera inesperada, casi de incógnito en Retiro, y precisamente en la Plazoleta Ginastera.
No sabemos por qué se eligió ese lugar, ni si tiene un destino de permanencia, a diferencia de su modelo anterior. El caso es que allí está, y tal como lo hemos visto podemos suponer que pronto lo cubrirán los infaltables graffitis.
Mientras tanto, esta es por hoy, parte de la historia de la nueva escultura que brotó en Retiro. Texto de La Gaceta del Retiro.
Localizada na Plazoleta Ginastera, próximo da Plaza San Martín.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

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