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quarta-feira, 29 de janeiro de 2025

Placa Luminosa "Coma Pollo San Sebastián...Es Más Pollo!", Granja Amitrano, Mercado de San Telmo, Buenos Aires, Argentina


 


Placa Luminosa "Coma Pollo San Sebastián...Es Más Pollo!", Granja Amitrano, Mercado de San Telmo, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia

La idea: ir al Mercado de San Telmo, hoy una Babel de turistas que van a comer desde empanadas criollas hasta tapas españolas, y encontrar a quienes vivieron lo que ese lugar fue, es decir, una feria común y corriente.
En la carnicería de José Luis Arribas, hombres en delantal blanco charlan y faenan algo que parece un chorizo en la barra de metal. El dueño no está y no estará quizás por un tiempo.
Su salud acaba de complicarse y el empleado que quedó a cargo dice que no sabe si podrá dar entrevistas y contarme cómo era antes el Mercado de San Telmo.
Arribas es el puestero más antiguo. La búsqueda, entonces, se orienta hacia una pollería, la de los Amitrano, fundada hace más de un siglo por un inmigrante de Nerano, un pueblo mínimo y costero de la provincia de Nápoles.
Jorge Amitrano (52 en 2023) apunta que su abuelo fue uno de los primeros en abrir un puesto ahí. A su lado, su esposa, Luján Napolitano (46 anos en 2023), apana milanesas de pollo.
Pueden conversar porque al mediodía el Mercado está tranquilo: la gente no viene a comprar comida sino a pedirla en los restaurantes que hace algunos años empezaron a ocupar los locales que las crisis de la patria fueron dejando vacantes.
El Mercado es una obra del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo (otro italiano, pero de la región de Liguria) y se inauguró en 1897. Según los cálculos de Jorge Amitrano, su abuelo abrió la pollería veinte años más tarde en el mismo puesto en el que ahora conversa con Viva.
Dice que le hubiera gustado ser arquitecto, pero que no pudo. Hizo la secundaria en el prestigioso colegio técnico Otto Krause: probablemente, una carrera en Arquitectura hubiera estado a su alcance.
Pero cuando su padre, Rogelio, enfermó, Jorge y sus hermanos tuvieron que sostener el negocio y dejar los estudios. Con el tiempo, se fueron yendo uno a uno, pero él se quedó. Es el último eslabón de una cadena que tal vez comience pronto a cerrarse.
Jorge cuenta que su padre lo traía de chico y lo ponía a envolver huevos. Aunque lo que realmente hacía era acompañar las largas jornadas laborales de Rogelio.
Así empezó, inevitablemente, a conocer el negocio. Llegado el momento, hacerse cargo de la Granja Amitrano (en rigor, hacerse cargo de una tradición familiar) le saldría naturalmente.
“Ahora nuestros hijos no quieren venir”, aclara Luján, “tampoco les divierte envolver huevos”. Son una generación completamente nueva, dice Jorge. Tiene en claro que, mientras él esté, no les pedirá a sus hijos que vengan. “Prefiero que viajen, estudien, que hagan otra cosa”, admite.
Ambos piensan que sus hijos tienen otra cabeza, “y nosotros también tenemos otra cabeza diferente a la de nuestros padres”, agrega Luján, que un día renegó de este barrio al que se mudó por amor, pero que hoy, asegura, no cambiaría por nada.
Su esposo se crió aquí mismo, donde hoy se enjambran mozos, carniceros y guías turísticos.
Luján dice que eran muchos los chicos que andaban por los pasillos, mientras sus padres, hijos de los primeros inmigrantes, trabajaban para mantener el legado de los que habían venido del mar.
Cuando la ayuda en el puesto y los deberes escolares se acababan, Jorge se unía a los otros hijos de comerciantes que retozaban entre cajones de fruta y clientes que cargaban bolsas.
"Al Mercado yo lo veía inmenso y era como un laberinto", evoca. Los niños les sacaban jugo a los recovecos jugando a las escondidas, corrían en los espacios libres para palmearse la mancha en la espalda o capturar (si es que eran captores) o fugarse durante el juego del poliladron.
Con las crisis que vivió el país, parece milagroso que un edificio así, como el Mercado de San Telmo, siga en pie.
Hoy, trabajando aquí ya no queda casi nadie de la generación de Jorge, la de criados en el Mercado.
Marca de origen:
Jorge Amitrano es uno de esos hombres que ama el lugar del que proviene. Sabe lo delicado que es el Mercado con sus arcos de hierro hasta el techo y su cúpula central. También conoce la historia de Buschiazzo, “el arquitecto europeo” que lo diseñó.
A veces observa a los turistas paseando por los aleros sacándoles fotos a los techos o a las columnas y los comprende, claro que los comprende: vienen a admirar también una parte de su historia.
Con las crisis que vivió el país, parece milagroso que un edificio así siga en pie. La última reforma que tuvo se la hizo el Gobierno de la Ciudad, que renovó la fachada.
Pero hubo una época en la que, como el país entero, el Mercado de San Telmo se caía a pedazos.
“En 2001 se estaba por fundir, hasta que llegó el turismo”, recuerda Jorge. Antes, en San Telmo no se escuchaban idiomas extranjeros y menos en el Mercado. Y en una época, la peor, ni los de acá venían, aclara Luján.
La cosa cambia cuando los locales gastronómicos aparecen y ganan cada vez más terreno. Quizás no tenga sentido debatir si la transformación fue buena o mala. “Era eso o el Mercado tendía a desaparecer”, concluye Jorge.
Finalmente, la historia avanzó hacia una buena convivencia entre los carniceros y verduleros que se mantuvieron, y los anticuarios, las cafeterías y los que ofrecen el respetado choripán de siempre con distintas vestiduras.
Sería difícil que alguien en la actualidad quisiera alquilar un puesto en el Mercado para vender alimentos en vez de cocinarlos. Los alquileres son altos para el tiempo que requiere armarse de clientes regulares.
Pero el futuro del Mercado como Mercado no depende del dueño (no es un edificio público), dice Jorge, sino que “depende de la gente que quiera poner un negocio acá”.
Los Amitrano abrieron la pollería en 1917: es uno e los puestos más antiguos del lugar.
Así, el lugar conserva su identidad en los que, como Jorge y Luján, resisten. Mientras siguen llegando clientes al mostrador de la Granja Amitrano, en la carnicería de Arribas la fila de changuitos vacíos se alarga y una cordillera de espaldas va ocultando las barras de los restaurantes.
Para Jorge Amitrano, hoy lo más satisfactorio de su trabajo es estar en el Mercado mismo, atender a las personas del barrio que conoce desde hace tanto tiempo.
Saber que donde ahora se para, se pararon antes su padre y su abuelo. Decir, como pocos pueden, que es tercera generación de trabajadores del Mercado de San Telmo. Texto de Agustina del Vigo / Clarín.
Nota do blog: Imagem de 2024 / Crédito para Jaf.

Mercado de San Telmo, San Telmo, Buenos Aires, Argentina

















































































































Mercado de San Telmo, San Telmo, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia

Texto 1:
¿Te gustan las antigüedades, los retratos familiares en blanco y negro, o los juguetes del siglo pasado? ¿Querés probar shawarma de Medio Oriente, empanadas salteñas, una buena raclette, el mejor choripán o tomar un cafecito con granos traídos de algún país exótico? ¿Tenés ganas de ir a buscar algunas especias difíciles de conseguir, un malbec mendocino o llevarte un paté patagónico? Muy bien, es posible que hagas todo eso (¡y mucho más!) yendo a un solo lugar: el Mercado de San Telmo te espera con sus puertas abiertas.
Inaugurado en febrero de 1897, fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2000.
El mercado nació con el objetivo de abastecer de los víveres necesarios a la nueva ola de inmigrantes europeos que llegaba a la Ciudad.
Este pintoresco edificio es obra de Juan Antonio Buschiazzo, el segundo arquitecto que obtuvo su título en Buenos Aires. Buschiazzo había llegado de Italia con cuatro años y se desempeñó como Director de Obras Públicas de la Ciudad durante la intendencia de Torcuato de Alvear. Además de estar a cargo de las obras de hospitales, residencias, bancos y edificios gubernamentales, fue uno de los principales responsables del trazado de la Avenida de Mayo.
Cuando visites el Mercado de San Telmo, prestá atención a su estructura interna original formada por vigas, arcos y columnas de metal con techos de chapa y vidrio, y, en el centro de la construcción, a la gran cúpula que lo engalana. Trecho de Texto do GCBA.
Texto 2:
El Mercado de San Telmo, inaugurado en 1897, propiedad de Pini y Balbiani, es obra del arquitecto Juan A. Buschiazzo. El edificio se resolvió en su origen, en un terreno en esquina de aproximadamente 50 m. de lado; está dividido por dos ejes de circulación de público que generan las entradas en la mitad de las fachadas, a las que hay que sumar otro acceso por la ochava; además de las circulaciones principales, existen otras perimetrales, determinando cuatro sectores para la ubicación de los puestos de venta, que a su vez están subdivididos por circulaciones menores para incrementar la cantidad de locales.
En las fachadas se distribuyen locales de comercio con acceso independiente que funcionan a modo de fuelle, evitando el contacto directo con la calle para proteger a los productos perecederos de elementos contaminantes externos. En el lenguaje utilizado se pueden distinguir dos expresiones: el exterior de mampostería y lenguaje clasicista, con los típicos dispositivos de jerarquización de accesos, y en el interior, estructuras de acero livianas y desmontables que se consideraban aptas sólo para uso utilitario.
Dentro de estos elementos, se destacan en el exterior los portales toscanos enfatizados por arcos de medio punto en los ejes compositivos y, en el interior, el diseño de la estructura de hierro fundido, que no sólo señala las diferentes situaciones espaciales, sino que asegura la iluminación y ventilación del recinto. El núcleo original fue ampliado en 1900, en un terreno con acceso desde la calle Defensa, que consta de una circulación central con locales a ambos lados, bajo una cubierta metálica a dos aguas, y posteriormente, en 1922, en un terreno con salida a la calle Estados Unidos, de mayores dimensiones que el anterior, quedando resuelto con dos circulaciones paralelas, locales laterales y góndolas centrales. Texto do Governo da Argentina.Texto 3:
El mercado histórico que se transformó en un imán para turistas y los puestos tradicionales que resisten los cambios. Abrió en 1897 y es uno de los pocos que queda en pie, de los más de 200 que había en la Ciudad.
El de San Telmo es un mercado con varias particularidades: entre otras, su autor, Juan Antonio Buschiazzo. Tuvo a su cargo las obras que tenían que acompañar el crecimiento de la Ciudad, como la apertura de Avenida de Mayo, hospitales públicos, los cementerios de Recoleta y Chacarita. Y en este barrio, proyectó además el ex Patronato de la Infancia, hoy sede de la Comuna 1 y futuro Centro de Salud (CeSAC 15).
Antes de transformarse en mercado, en esta parcela hubo un galpón multiusos, en donde funcionaban fondas populares, mesas de billar y había incluso un taller de alfarería. De este uso previo no quedó nada. Buschiazzo diseñó una estructura conformada por vigas, arcos y columnas de hierro. El techo, de chapa y vidrio, permite que ingrese la luz natural y además tiene una disposición que mantiene un flujo constante de aire.
Hoy este techo se encuentra en gran estado de conservación y es una de las postales del mercado. Además en el corazón del mercado, hay una cúpula que replica la estructura, hierro, vidrio y chapa, que aporta aún más belleza al conjunto. Sumado a esto, recientemente la Ciudad de Buenos Aires realizó una restauración de las fachadas, además de completar obras de prioridad peatón en el entorno.
Hasta 1930, el ingreso principal era por la esquina de Bolivar y Carlos Calvo, luego se anexan parcelas que permiten ampliar el lugar, sumando otras dos entradas, hacia Defensa y hacia Estados Unidos.
Cuenta el licenciado en historia Leonel Contreras, coautor del libro "Mercados de Buenos Aires", que el pasado del Mercado de San Telmo está atado a otro mercado: "En la que hoy es la Plaza Dorrego funcionó, entre 1862 y 1899, el Mercado del Comercio, que era el viejo nombre de la calle Humberto Primo. Era municipal, no tenía buenas condiciones de salubridad e higiene y se encontraba en buena parte desocupado. Así cuando abre el de San Telmo, en 1897, directamente lo fulmina. Por el contrario, el nuevo mercado llegó con todas las condiciones sanitarias y le sacó toda la clientela. El del Comercio prácticamente desapareció y en 1905 el lugar volvió a ser plaza".
La historia y los cambios lo convirtieron en un atractivo gastronómico. El mercado histórico que se transformó en un imán para turistas y los puestos “históricos” que resisten los cambios.
Hasta 1960 en la Ciudad de Buenos Aires había más de 200 mercados de abasto. El más famoso de ellos, en el barrio de Balvanera, funcionó como mayorista hasta la década del 80, cuando cerró y se transformó en shopping Abasto. Hoy sólo quedan unos pocos dedicados exclusivamente al expendio de alimentos.
Las transformaciones sociales, económicas y de consumo de las últimas décadas, marcaron su suerte. Y como ocurre en el resto del mundo, hacen equilibrio entre los turistas y los vecinos históricos, y el desafío por hacerlos sostenibles y que a su vez, mantengan las características que los hacen atractivos.
Hoy el abanderado de aquellos mercados históricos es el de San Telmo, que en muy poco tiempo asistió a muchos cambios. Por un lado, el reemplazo de los puesteros de "toda la vida" (las clásicas verdulerías y carnicerías) por las propuestas gastronómicas. El espacio vecinal que cede ante el fenómeno turístico.
Las tres verdulerías, las dos carnicerías, una pollería y un almacén sostienen hoy las tradiciones del mercado, y conviven con decenas de propuestas gastronómicas: desde crepas, hasta comida vietnamita, pasando por pastelería francesa, hamburguesas, café de especialidad, parrilla, raclette y los famosos chori al paso. Ambas actividades garantizan gente circulando la mayor parte del día.
Una tradición que no altera el mercado es el horario, porque de noche cierra (sólo operan los locales que dan a la calle).
Uno de los puesteros históricos dice: "Fue un proceso lento que entiendo que es irreversible. Por otra parte, la realidad es que el mercado se estaba viniendo abajo. Había muchos puestos vacíos y se veía que el mantenimiento del edificio estaba complicado. Creo que si no se implementaban estos cambios, se moría", reflexiona.
Sin embargo, como le sucede a los cuatro rubros que subsisten entre la gastronomía -verdulería, carnicería, granja y almacén- las renovaciones de los contratos siempre los tienen en vilo.
Lógico: compiten con marcas como Havanna, que tiene su puesto también en el mercado. Pero desde la administración explicaron a Clarín que no se toma en igualdad de condiciones a unos y otros: "Siempre vamos a tener más consideración con los puesteros históricos, porque son las esencia del mercado. Nosotros no somos un patio de comidas, somos un mercado de abasto".
"Por supuesto la gente viene a conocer el mercado por su historia y por su arquitectura, además está situado en un barrio muy turístico. Y el turista requiere algo más cuando llega hasta acá. Nosotros entendemos que para completar la experiencia, para que se quede más que 15 minutos y más que unas fotos, es clave ofrecer gastronomía", dijeron.
Y servicios, por ejemplo, la batería de sanitarios, que fue remodelada recientemente. El mercado es privado y hace al menos 50 años que pertenece a la misma familia. En este momento tienen prácticamente el 100% de los puestos alquilados y estiman que el 80% de los locales gastronómicos se proveen de verduras y carnes en el propio mercado.
Noviembre fue un boom de turistas brasileños durante varios días, porque vinieron a la Ciudad a alentar a los equipos que jugaron la final de la Copa Libertadores. Se los vio masivamente por todos los sitios turísticos, obviamente también por San Telmo. "Fue una locura", recordaron en el mercado.
"A la mañana trabajamos mucho con los turistas que vienen desde los cruceros. Habitualmente bajan de los barcos temprano, entonces antes de las 11 están recorriendo el mercado. Muchos se sorprenden con el techo y la cúpula del mercado", contó el encargado de un café de especialidad. "Es nuestro lugar de trabajo, nos pasamos todo el día acá, y naturalizamos lo que vemos, pero es el techo más lindo que hay. Y me gusta también el piso de piedra que da hacia la calle Estados Unidos, es original, muy pintoresco", destacó. Texto do Tango y Milonga.
Nota do blog 1: Localizado no bairro San Telmo com entrada pelas calles Bolivar, Carlos Calvo, Defensa e Estados Unidos.
Nota do blog 2: O dia mais concorrido para visitar o mercado é domingo, quando também acontece a Feira de San Telmo (principal evento turístico do bairro) na calle Defensa (e se optar por esse dia, vá com paciência e vontade de esperar, o lugar fica lotado de gente!). Caso não goste de multidão, bagunça, etc, e seja um daqueles que prefere uma visita mais tranquila, opte por ir durante a semana, que certamente terá uma esperiência melhor.
Nota do blog 3: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.