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segunda-feira, 17 de março de 2025

150 Anos da Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Buenos Aires, Argentina


La vista de la flamante Escuela Normal de Maestras, al poco tiempo de ser inaugurada en 1880.


Frente de la Escuela Normal 1.


Frente de la Escuela Normal Superior sobre la Avenida Córdoba.


Busto de Sarmiento, quien trajo a las primeras maestras extranjeras a la Argentina, junto a las escaleras de mármol.


Grandes ventanales frente a las aulas.


Parte del equipo directivo, Del Barrio, Covián, Verde y Dezi junto al busto de la primera directora.


Homenaje a Emma Caprile, con motivo de los 25 años de su fallecimiento (Revista El Hogar, 1909).


Alumnas en el salón de actos (circa 1920).


Sepulcro de Emma Nicolay de Caprile en la Recoleta, obra de Lucio Correa Morales.


150 Anos da Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia

Emma Nicolay de Caprile tenía 27 años cuando conoció a Domingo Faustino Sarmiento. Fue en Nueva York en 1865. Forjaron una fuerte amistad sustentada en lo educativo y la lectura, lazo que continuó por medio de una fluida correspondencia postal. Emma nació en la ciudad polaca de Poznan, estudió en Florencia, se casó en Trieste (Italia), aprendió cinco idiomas y se perfeccionó en docencia en varias ciudades europeas.
Cuando Sarmiento asumió la presidencia la convocó para ejercer en la Argentina. Así, en 1870, a los 32 años, desembarcó en el puerto de Buenos Aires. Dirigió los estudios superiores del Colegio de Huérfanas de la Merced, que dependía de la Sociedad de Beneficencia. Cuando el 30 de julio de 1874 el gobernador bonaerense Mariano Acosta fundó la Escuela Normal de Maestras de la Provincia, la insigne polaca fue nombrada directora. Un mausoleo en el Cementerio de la Recoleta, con una hermosa estatua obra de Lucio Correa Morales, la homenajea merecidamente.
En ese entonces, hace 150 años, la institución funcionó en la quinta de la familia de Antonio Cambaceres del barrio de Barracas, hasta que en 1880 el arquitecto Ernesto Bunge (el primero en recibir tal título en nuestro país, aunque se graduó en Berlín) proyectó el imponente edificio en la manzana formada por avenida Córdoba, Paraguay, Riobamba y Ayacucho. Una década después en la vereda de enfrente se inició el fabuloso Palacio de Aguas Corrientes.
En un principio, tenía la modalidad de internado para las profesoras y alumnas que vivían lejos, las cuales recibían una beca. Cursaban primaria, secundaria y se recibían de maestras a los 17 años. Tuvo varios nombres hasta adquirir el definitivo de Escuela Normal Superior N°1 de Lenguas Vivas “Presidente Roque Sáenz Peña”, nombre que se le había adicionado en 1914.
A tono con los lineamientos de arquitectura escolar de la época, los claustros se enmarcaron en una planta simétrica ocupando toda la cuadra. Sin embargo, en 1974 fue parcialmente demolido y se conserva original la fachada sobre la avenida Córdoba y dos tramos sobre Riobamba y Ayacucho.
El edificio, declarado Monumento Histórico Nacional en 1975, fue concebido dentro de una corriente ecléctica con estilo Tudor e influencias neogóticas alemanas en los pináculos, ojivas y muros almenados. En el frontispicio se impone la gran puerta central de cedro con rosetones de hierro y en el interior se mantienen algunos vitrales.
Su reconocida reputación se explica por quienes pasaron por sus aulas. Tras la huella iniciática de la directiva polaca, a lo largo de la historia dejaron su impronta la pedagoga Rosario Vera Peñaloza; Otto Krause, que fue profesor de dibujo e Hipólito Yrigoyen, profesor de historia y educación cívica, quien (como consta en documentos) donaba su sueldo al Hospital de Niños.
Como alumnas y luego profesoras resuenan el de la médica, feminista y política Alicia Moreau de Justo y la primera médica argentina, Cecilia Grierson, quien cuando ejercía la docencia renunció para estudiar medicina tras la enfermedad y muerte por tuberculosis de su mejor amiga y compañera de estudio, Amalia König, que llegó a ser vicedirectora. Entre las primeras maestras superiores también figuran: Ursula Llames de Lapuente, Máxima Lupo, Elina González Acha de Correa Morales, María López Gascón, Amalia Gramondo, Josefa López Francia y Teresa Villarino.
Integrantes de la conducción del establecimiento, Gustavo Daniel Verde (rector), Fernanda Covián (una de las dos vicerrectoras), junto al ex rector y profesor de lengua y literatura Hugo del Barrio y Guillermo Dezi (del Archivo Histórico Rosario Vera Peñaloza), fueron entrevistados. Hablaron con singular entusiasmo y orgullo del pasado y del presente de esta cuna del normalismo. De destacar, el equipo puso de relieve el papel de quien los lideraba, que fue rectora y murió en diciembre de 2018, Débora Kozak.
Las amplias y numerosas instalaciones son sede de diversos niveles y modalidades: inicial (desde los 2 años), primario, secundario y terciario. Comparten además instalaciones con el Liceo N° 4 Remedios de Escalada de San Martín de bachillerato en el horario de la tarde y con la Escuela de Comercio N° 10 Islas Malvinas que funciona de noche.
Dato que sorprende… ¡unas 4.000 personas circulan cada día hábil durante el año lectivo!, entre alumnos, docentes y no docentes. Con una superficie total de 9.000 m2, cuenta con dos edificios, el original de dos plantas y el nuevo con cuatro plantas. Entre ambos suman 80 aulas y 30 baños, la biblioteca, el archivo, comedor, salones de música, entre otras dependencias.
Y ahora las autoridades tienen en sus planes un gimnasio para educación física y un nuevo salón de actos cubierto, a la vez de incrementar los talleres optativos, promover la ludoteca y formar un coro. Bandas musicales ya tienen y hasta hicieron funciones de comedia musical en el Centro Cultural San Martín. Un lujo.
En el primer piso, la Biblioteca Estímulo Argentino, nacida en 1876 con 1.000 libros, se despliega en un excelente marco donde reina la madera y el buen cuidado de los más de 23.000 ejemplares, en tanto que en otro sector se guardan celosamente volúmenes valiosos por su edición, pasado y valor bibliotecario.
Por otra parte, la profesora Daniela Pelegrinelli, una de las responsables del centro de recursos didácticos para profesores y alumnos, se entusiasma al mostrar la cantidad y variedad de piezas pedagógicas modernas e históricas y se apasiona al explicar los lineamientos de los conocidos métodos Froebel y Montessori (implementado en 1915 en el jardín de infantes) y mostrar materiales que ellos crearon.
Por su parte, Dezi coincide en el fervor al compartir el Archivo Histórico Rosario Vera Peñaloza, que maneja y donde el acervo documentario y de imágenes está digitalizado; además de estar estampados en su buena memoria cuando refiere cualquier hecho o dato. En ese sitio se atesora como pieza relevante el cortometraje “Un día en la Escuela Normal”, del año 1922, y la filmación de una escena de la visita de Eva Perón el 1 de junio de 1948.
En términos del pasado lejano, en la planta superior se extiende un museo con pupitres antiguos, un bolillero, cuadros, piezas y bustos de directoras de los primeros tiempos.
Mientras que en aras de una mayor difusión es interesante una publicación del alumnado de nivel terciario, Territorios Escolares, una iniciativa digital que ya lleva cuatro ediciones donde escriben actuales y ex docentes y estudiantes con el propósito de que circulen ideas en el ámbito académico.
Como se avecina la celebración de los 150 años el 30 de julio, se formó una comisión con profesores, directivos y miembros de la Cooperadora (“que colabora en muchísimas instancias”). Se están planificando actividades y eventos; pero prefieren guardar secreto hasta cerrar cada iniciativa. Por lo pronto, es seguro que las acciones comenzarán el Día de la Memoria, el 24 de marzo y concluirán en octubre con las puertas abiertas al público en la próxima edición de La Noche de los Museos.
Al recorrer tanta superficie, conocer la oferta educativa, palpar el empuje pedagógico y valorar el punto de partida cabe pensar si en rigor el nombre del profesorado no debería ser el de la profesora polaca Emma. Asimismo, como las instalaciones son muy buenas es evidente que requieren de un mantenimiento constante.
Tanto es así que se observan algunas muestras de deterioro o deslucimiento por cuestiones del clima o por el paso del tiempo perdiendo su calidad y nobleza; evidencias que reclaman de parte del Estado mayores partidas específicas para preservar la integridad de este tesoro educativo argentino y embellecerlo.
El lema imborrable de “Educar al soberano” porque el progreso depende de la educación pública, late en esta Escuela con el objetivo silencioso de formar maestros capaces, educados con libertad, innovación y fomentando la creatividad. “En 2024 se cumplen 150 años de dos escuelas normales y con varios rectores de otras instituciones queremos hacer una conmemoración por los también 150 años de la formación docente en la Ciudad de Buenos Aires”, concluyó el rector Verde. Texto de Hugo Mouján / La Nacion.
Nota do blog: Data e autorias das imagens abaixo das mesmas quando obtidas.

Escuela Normal de Profesoras / Atual Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Circa 1900, Buenos Aires, Argentina


 

Escuela Normal de Profesoras / Atual Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Circa 1900, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Editor R. Rosauer
Fotografia - Cartão Postal


Vista del edificio de la Escuela Normal de Profesoras en Buenos Aires (actualmente Escuela Normal Superior N. 1 Roque Sáenz Peña), construido en 1880 en la avenida Córdoba, entre las calles Ayacucho y Riobamba.
Nota do blog: Data circa 1900 / Crédito para Eugenio Avanzi.

Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Buenos Aires, Argentina










Escola Normal Superior Presidente Roque Sáenz Pena, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia


Texto 1:
La Escuela Normal N.º 1 fue creada por decreto el 30 de julio de 1874 como Escuela Normal de Maestras de la Provincia y su primera sede fue en una quinta alquilada a Antonio Cambaceres en el barrio de Barracas. Emma Nicolay de Caprile de origen polaca, fue escogida por Domingo Faustino Sarmiento para ser la primera directora de la Escuela Normal de Maestras N.° 1.
El establecimiento inició su labor el 15 de marzo de 1875 en la quinta de Cambaceres. Emma permaneció al frente de la escuela hasta 1884, cuando su salud marcó la necesidad del retiro, siendo sucedida por otra brillante educadora: Máxima Lupo.
La primera promoción de maestras concluye sus estudios en 1877, entre ellas estaban Cecilia Grierson y Máxima Lupo. En 1880 el edificio se mudó a la manzana de Córdoba, Ayacucho, Paraguay y Riobamba. Un año después, se produjo la federalización de Buenos Aires y la institución pasó a denominarse Escuela Nacional de Maestras de Capital.
En 1888 comenzó a funcionar el jardín de infantes; y en 1895 la Escuela cambió de jurisdicción y pasó a denominarse Escuela Nacional de Profesoras N.° 1 de Capital.
En 1900 se creó el nivel terciario con un curso de profesorado de tres años que otorgaba el título de Profesora para las Escuelas Normales y Colegios Nacionales. Mientras que el ciclo secundario determinaba 4 años para alcanzar el título de maestra. En 1914, se le asignó a la escuela el nombre Escuela Normal de Profesoras N.° 1 «Presidente Roque Sáenz Peña». Al año siguiente, se implantó el sistema Montessori en el jardín de infantes, era la directora del establecimiento Rosario Vera Peñaloza. La asociación cooperadora se creó en 1919.
A finales del siglo XX, en 1974 la escuela cumplió sus 100 años y recibió el nombre de Escuela Normal Nacional Superior de Profesorado N.° 1 «Presidente Roque Sáenz Peña». En 1975 por Ley 21.181 se declaró al edificio Monumento Histórico Nacional y se colocó la piedra fundamental del nuevo edificio sobre la calle Paraguay; en 1979 inició sus clases el profesorado de educación inicial.
En 1987 el nivel medio se hace mixto. Posteriormente por Resolución 2323/92 se transformó en un establecimiento con intensificación en idiomas extranjeros, por lo que pasó a llamarse Escuela Normal Superior de Profesorado N.° 1 en Lenguas Vivas «Presidente Roque Sáenz Peña».
En 1994 por Ley de Transferencia de los Servicios Educativos pasó a depender de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Y en 1998 se inauguró el ala Ayacucho del edificio histórico restaurado por el gobierno nacional. Quedó así completa la edificación de la manzana y se dieron comienzos a los festejos para la conmemoración camino a los 125 años de la creación de la Escuela.
1880. Visita histórica de Domingo Faustino Sarmiento:
En el diario de Emma Nicolai de Caprile están registradas las visitas realizadas por Domingo F. Sarmiento en su carácter de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires con motivo de los exámenes finales de las alumnas. El 13 de septiembre de 1880 -según expresa la historiadora Adolfina Risolía- el profesor Eduardo Holmberg estuvo presente cuando Sarmiento visitó las clases del profesor de caligrafía y dirigió un discurso a las alumnas en el que les manifestó la ventaja de una buena letra. Además, recomendó el estudio y la enseñanza de la caligrafía según el sistema de Fernando Berghman.
1902. Hipólito Yrigoyen:
Hipólito Yrigoyen fue nombrado profesor de Instrucción Cívica e Historia Argentina el 20 de enero de 1881 en la escuela, que en ese entonces se hallaba bajo la dirección de Emma Nicolai de Caprile. Se desempeñó en el cargo a lo largo de casi 25 años. En 1885 donó sus honorarios al Hospital de Niños y al Asilo de Desvalidos. Alicia Moreau de Justo recuerda sus clases de Cívica y Moral. Hipólito Yrigoyen utilizaba como guía el libro de Jaime Balmes y tenía como modalidad indicar el programa de la asignatura con anticipación y dejar la elección de los temas en manos de las alumnas. Alicia decidió investigar sobre las costumbres de las poblaciones primitivas. Ante la sorpresa que generó su trabajo, fue felicitada por la directora.
1948.Visita histórica de Eva Perón:
Se efectuó el 1 de Junio de 1948, presidida por el señor Ministro de Instrucción Pública doctor Oscar Ivanissevich y la esposa del Presidente de la Nación Eva Duarte de Perón, quien hizo uso de la palabra para referirse a estos elementos educativos que se implementaron en las escuelas del país: la cinematografía escolar y las radiotransmisiones de carácter educativo. En ese acto, se le solicitó a la Primera Dama que presionara el timbre para accionar el mecanismo y poner en funcionamiento el cine escolar.
Archivo histórico:
El archivo histórico de la Escuela Normal N.° 1 comenzó a organizarse desde el 2003 y se inauguró el 13 de octubre de 2005 con el nombre de Rosario Vera Peñaloza, quien fue directora de la Escuela Normal N.° 1 entre 1912 y 1917.
El archivo cuenta con documentación producida desde 1874 en diferentes soportes como: papel, fotografías, discos de pasta y películas. Entre la documentación clasificada se encontraron documentos escritos y firmados por personajes ilustres, entre los que se pueden mencionar: Domingo Faustino Sarmiento, Hipólito Irigoyen, Alicia Moreau de Justo, Cecilia Grierson, Máxima Lupo, Amalia Kenig, Otto Krause, Rosario Vera Peñalosa, Eduardo Holmberg, Pablo Pizzurno, Emma Nicolay de Caprile, Marcelo T de Alvear y Sara Ecleston. Texto do GCBA.
Texto 2:
El Instituto Superior para la educación de mujeres más antiguo del país fue fundado en 1874 por el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, doctor Mariano Acosta, con el nombre de “Escuela Normal de Maestras de la Provincia”. Tuvo como primera sede el edificio central de una quinta en el barrio de Barracas. Al federalizarse Buenos Aires, pasó a depender de la Nación con el nombre de “Escuela Normal de Profesoras de la Capital”, al que se le agregó, en 1914, “Presidente Roque Sáenz Peña”.
Con profesores de la talla de Hipólito Yrigoyen, Eduardo Holmberg y Otto Krause, entre otros, esta escuela, cuna del normalismo, ha conservado hasta la actualidad su prestigio para la formación de docentes. En 1880, el arquitecto Ernesto Bunge proyectó el edificio primitivo según la tipología de claustro característica de la arquitectura educacional de la época, con una planta simétrica que ocupaba toda la manzana.
En virtud de una reforma integral de la institución, el edificio fue parcialmente demolido en 1974, y sólo se conservan en su estado original la fachada sobre avenida Córdoba y dos sectores de los frentes sobre las calles Riobamba y Ayacucho. Concebido dentro de la corriente ecléctica, el diseño refleja influencias neogóticas de vertiente alemana en sus pináculos, ojivas y muros almenados. La fachada principal muestra una puerta de acceso de madera de cedro, ornamentada con rosetones de hierro. El hall de entrada, recientemente restaurado, remata en un vitreaux con figuras geométricas. Texto do Governo da Argentina.
Nota do blog 1: Escola normal superior N. 1.
Nota do blog 2: Localizada na avenida Córdoba 1951.
Nota do blog 3: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

quinta-feira, 27 de fevereiro de 2025

Exposição "Siete Mares", Museo del Agua y de la Historia Sanitaria / Palacio de Aguas Corrientes, Buenos Aires, Argentina









Exposição "Siete Mares", Museo del Agua y de la Historia Sanitaria / Palacio de Aguas Corrientes, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia


Obras de Natalia Astrid Guigui.
Nota do blog: Data 2024 / Crédito para Jaf.

 

segunda-feira, 24 de fevereiro de 2025

Museo del Agua y de la Historia Sanitaria / Palacio de Aguas Corrientes, Buenos Aires, Argentina

 







































































































































































































Museo del Agua y de la Historia Sanitaria / Palacio de Aguas Corrientes, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia


Texto 1:
Esta maravillosa obra, con su impactante fachada, fue proyectada por el estudio de ingenieros ingleses “Bateman, Parsons & Bateman”. Es una de los edificios de identidad más definida que posee Buenos Aires, pero pocos conocen su finalidad principal: servir como contenedora de doce tanques de hierro de 6000 m3 de capacidad, distribuidos a lo largo de tres pisos, que constituyeron el primer gran tanque distribuidor de la Ciudad.
Las fachadas están revestidas con más de 130 mil ladrillos esmaltados y 170 mil piezas cerámicas que fueron fabricadas especialmente en Inglaterra; así, se “escondieron” los tanques, que no se consideraban lo suficientemente bellos para estar a la vista. Los techos verdes provienen de Francia.
En 1978 dejó de funcionar definitivamente como tanque de agua, pero el edificio se conservó por su invaluable arquitectura: este edificio único fue declarado en 1989 Monumento Histórico Nacional por ser una expresión elocuente del arte y de la técnica del siglo XIX y por constituir un verdadero monumento a la sanidad y al agua pura. Trecho de texto do GCBA.
Texto 2:
El Palacio de Aguas Corrientes es uno de los edificios más vistosos de Buenos Aires y un símbolo de la Belle Epoque porteña. Es una obra única en su tipo, claro exponente de la corriente ecléctica, que se construyó para albergar grandes depósitos de agua potable para el abastecimiento de una Ciudad que ansiaba el progreso.
El edificio ocupa toda la manzana comprendida por la Avenida Córdoba y las calles Riobamba, Viamonte y Ayacucho, en el barrio de Balvanera. En su interior hay 12 tanques que tuvieron la capacidad de contener hasta 72 millones de litros, sostenidos por una de las mayores estructuras de hierro fundido del continente construida en Bélgica. La fachada, imposible de ignorar, está recubierta por 170.000 piezas de terracota y 130.000 ladrillos esmaltados traídos en barco desde Inglaterra y los Países Bajos. Tiene ventanales de cedro y el techo de pizarra negra. Los escudos nacionales y provinciales que exhibe le dan el carácter de edificio gubernamental.
Su construcción demandó siete años (entre 1887 y 1894) y estuvo a cargo del ingeniero sueco Olaf Boye y el arquitecto noruego Carlos Nyströmer, quienes trabajaron en base al proyecto que había elaborado el ingeniero inglés John Frederick La Trobe Bateman.
La decisión de levantar el palacio fue para proveer agua potable a los vecinos de la Ciudad, que crecía en número por las olas migratorias y ya no contaban con aguateros ni aljibes, tras los cambios en la política sanitaria, luego de que una serie de epidemias –fiebre amarilla, cólera y fiebre tifoidea- que afectaron a buena parte de la población, entre 1867 y 1871, y que dejaron más de 15 mil muertos. Pero además, la aristocracia porteña apostaba a una modernización del casco urbano, que pudo financiarse con el dinero que ingresaba de la exportación de alimentos. De esta manera, Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad de Latinoamérica en tener una red de agua potable.
Detrás de sus paredes también se esconde una parte de uno de los secretos más oscuros de nuestra historia: el cadáver de Eva Perón fue ocultado allí durante un tiempo por sus profanadores, según narra Tomás Eloy Martínez en la brillante obra Santa Evita.
El edificio funcionó como potabilizador de agua durante casi un siglo. Los tanques tuvieron agua hasta 1978 y, desde entonces, fueron reciclados como un gran archivo donde descansan unos 2.5 millones de planos históricos de instalaciones sanitarias, revistas y publicaciones relacionadas. Además, allí están las oficinas de la empresa Aysa y el Museo del Agua y la Historia Sanitaria.
En 1989, fue declarado Monumento Histórico Nacional, un título que hace honor a todo lo que representa y que garantiza que permanecerá indemne al paso del tiempo, porque son de esas obras que cuentan la historia de la ciudad y son un patrimonio de todos nosotros. Texto do Ojo del Arte.
Texto 3:
En un camino hacia la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental, tanto las medidas hídricas como de saneamiento ocupan un rol fundamental demostrando la importancia del acceso a un recurso como el agua en la vida de las personas. En el marco del Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de marzo, presentamos al Palacio de Aguas Corrientes de Buenos Aires, una de las máximas creaciones de la industria de fundición europea del siglo XIX fuera de Europa que combina arte y técnica en una obra única argentina declarada Monumento Histórico Nacional en 1989.
Hacia 1871, la ciudad de Buenos Aires carecía de un sistema de aguas corrientes, cloacas y desagües pluviales que acompañara el gran crecimiento demográfico que estaba sucediendo, y donde una gran parte de la población todavía dependía del agua de rio proveniente de los aljibes y de los aguateros. A esta falta de infraestructura se le sumaron las epidemias de cólera y fiebre amarilla, las condiciones de hacinamiento y demás factores que llevaron al Gobierno a contratar a John Frederick La Trobe Bateman para realizar un plan sanitario para Buenos Aires, desarrollando, entre varias acciones, un gran depósito distribuidor para abastecer de agua a la ciudad.
El estudio del ingeniero Bateman estuvo a cargo del proyecto general mientras que el diseño arquitectónico exterior quedó en manos del arquitecto Olaf Boye, integrante de su oficina en Buenos Aires. La dirección de obras la realizó Carlos Nystromer y su construcción, las empresas de Antonio Devoto y de Rocchi y Cía.
Ese mismo año, comenzaron los diseños de este Gran Depósito Distribuidor de agua potable, que desde un principio se pensó como un tanque a 22 metros sobre el nivel del Rio de la Plata para abastecer a una población de 200.000 habitantes, calculando 181 litros diarios por persona. El agua filtrada en la Planta Recoleta, donde actualmente se encuentra el Museo Nacional de Bellas Artes, llegaba al depósito después de llenar la red de distribución. Funcionando como regulador de la red, el depósito sería entonces capaz de abastecerla en caso de que el consumo lo demandara.
Pero ¿por qué construir un palacio para abastecer de agua a la ciudad? Aprobándose hacia 1886 e iniciando su construcción en 1887, la intención del Gobierno se centraba en levantar un monumento a la higiene pública, un verdadero monumento al agua potable que estuviera visible a los ojos de los ciudadanos. Su objetivo era presentar una obra “vistosa”, de aquellas que solo tenían lugar en las grandes capitales del mundo.
El Palacio de Aguas Corrientes se enmarca dentro del eclecticismo historicista buscando combinar diferentes estilos históricos relacionados con la arquitectura francesa del Segundo Imperio y determinados modelos centroeuropeos como ser el antiguo Palacio de Justicia de Amberes en Bélgica.
Implantado en una zona muy elegante de la ciudad, en el barrio de Balvanera, y rodeado por jardines y una reja de hierro fundido, el edificio cuenta con una planta cuadrada de alrededor de 90 metros de lado y 20 metros de altura. Construido en ladrillos con paredes que oscilan entre 1,80 m de espesor en planta baja y 60 cm sobre el nivel del cornisamento superior, la volumetría se refuerza en sus esquinas con cuatro torres que sobresalen levemente de la misma forma que sobresalen los volúmenes que enmarcan los accesos desde el centro de cada fachada. Su planta baja se encuentra sobre elevada enfatizando el aspecto monumental y sus accesos se encuentran jerarquizados con pilares y arcos rebajados, siendo el principal el que presenta una cúpula central dominando el conjunto.
Con respecto a su materialidad, en un principio, el encargo requería que los materiales fueran de origen local pero el proyectista decidió utilizar materiales importados para garantizar aquel tan deseado impacto visual. La estructura y la pizarra fueron traídos de Bélgica y Francia, mientras que las cañerías y el revestimiento terracota de Inglaterra. Se utilizaron un total de 170.000 piezas cerámicas y 130.000 ladrillos vitrificados para el revestimiento y se ejecutaron piezas especiales con los escudos de las catorce provincias de ese entonces, el Escudo Nacional y los de la Ciudad de Buenos Aires y Rosario, determinando con precisión su posición relativa sobre los ladrillos de las fachadas en los planos.
El uso de la terracota abarca toda la envolvente del edificio y aplicándose en diferentes texturas, colores y formas, colabora a acentuar la exuberancia ornamental y decorativa buscada. Las carpinterías de madera se realizaron con cedro de Paraguay mientras que la herrería fue provista por fundiciones escocesas.
Una vez en su interior, se descubre una megaestructura de hierro fabricada por un conjunto de fundiciones belgas, que consta de tres pisos con cuatro tanques cada uno, siendo en total 12 tanques cuya capacidad oscila los 72.300.000 litros de agua. Están soportados por una malla de 180 columnas que se disponen a 6,10 m entre sí y el peso total del hierro empleado es de 16.800 toneladas.
Los tanques estaban formados por chapas de hierro dulce de 10 mm, que se unían con perfiles ángulos y se aseguraban con remaches. Cada tanque descansaba sobre 45 columnas, cada una de ellas compuesta por cuatro columnillas o fustes secundarios. Para lograr las articulaciones necesarias, se colocaron apoyos y vinculaciones móviles en columnas y vigas.
Finalmente, su construcción se terminó hacia 1894 y su inauguración coincidió con el nacimiento de la Avenida de Mayo. El Depósito ya ha dejado de funcionar y en la actualidad, alberga al Museo del Patrimonio Histórico, el Archivo de Planos Domiciliarios y una serie de dependencias administrativas de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos. Texto de Agustina Iñiguez.
Texto 4:
El Palacio de Aguas Corrientes fue el primer gran depósito distribuidor de agua potable que tuvo la ciudad de Buenos Aires. El proyecto, elaborado por el arquitecto noruego Olaf Boye y la empresa británica Bateman, Parsons and Bateman, constituye una de las obras de identidad más definida de nuestra ciudad. Sin embargo, pocos conocen su principal finalidad: contener 12 tanques metálicos con capacidad para albergar 72.000 toneladas de agua potable.
Inaugurado en 1894, es una obra de arte y de ingeniería única, que ostenta una majestuosa fachada color terracota. Mientras que, puertas adentro, es una de las mayores estructuras de hierro fundido de nuestro continente. Declarado Monumento Histórico Nacional en 1989, es uno de los edificios más atractivos y emblemáticos de Buenos Aires, que ocupa toda una manzana en pleno corazón porteño: Avenida Córdoba, Ayacucho, Viamonte (antes llamada Temple) y Riobamba, donde está su entrada, en el número 750.
Revestido con 300 mil mayólicas inglesas, guarda en su interior una enorme estructura de hierro fabricada en Bélgica con 3 pisos de tanques sostenidos por 180 columnas. Constituye un verdadero testimonio de la importancia otorgada a la higiene pública y al agua potable por los gobernantes de la época. Funcionó como depósito de agua hasta 1978 y desde entonces es el Museo del Agua, el Archivo de Planos Histórico de Planos y Expedientes, y la biblioteca Ing. Agustín González, especializada en ingeniería sanitaria y ciencias del ambiente. Según dicen, hay más de 2.5 millones de planos históricos dentro de estos grandes tanques de hierro. Además, están las oficinas administrativas de la empresa AySA y de atención al usuario.
Un poco de historia:
Siguiendo los planes del ingeniero civil inglés John Baterman, en 1886, el gobierno nacional decidió que el depósito de aguas se instalara en la zona norte de la ciudad. Soñaron que fuera un edificio fastuoso y para ello destinaron un presupuesto de 5.531.000 de pesos fuertes (moneda de la época). La compañía Bateman, Parsons & Bateman estuvo a cargo del proyecto, pero al poco tiempo las obras de salubridad se privatizaron debido a la falta de fondos del Estado. La compañía Samuel B. Hale se hizo cargo y adjudicó los trabajos de fachada exterior a Juan B. Médici, que fueron dirigidos por el ingeniero sueco Carlos Nyströmer y el arquitecto noruego Olaf Boye, quien trabajó con los arquitectos locales Juan Antonio Buschiazzo, Adolfo Büttner y Carlos Altgelt. La obra comenzó en 1887 y en un principio se pensó como un tanque a 22 metros sobre el nivel del Rio de la Plata para abastecer a 200.000 habitantes. Ubicado en la parte alta de la ciudad, este edificio recibía el agua ya purificada que era enviada desde la Planta Potabilizadora en Recoleta (y más tarde desde la Planta de Palermo), que luego por simple gravitación se distribuía a distintas zonas de la ciudad. Más de 400 obreros trabajaron durante siete años, y en 1894 el entonces presidente Luis Sáenz Peña inauguró el edificio. El evento coincidió con el nacimiento de la Avenida de Mayo, un eje urbano que concentraría los adelantos de una capital orgullosa de ser reconocida como “la París de Sudamérica”.
La idea de transformar un depósito de tanques de agua en un palacio tuvo muchas críticas; muchos lo consideraban una exageración y un derroche. Sin embargo, era usual en esos tiempos que edificios de funciones utilitarias, como depósitos o terminales ferroviarias, parecieran palacios. La intención del Gobierno era levantar un monumento a la higiene pública tan vistoso como los que había en las grandes capitales del mundo.
Sobre la elección del lugar, años más tarde en Londres, el ingeniero Richard Clere Parsons, socio de Bateman, leyendo un informe sobre las Obras de Salubridad de Buenos Aires, afirmó: “El punto elegido se halla en un barrio que se estaba poniendo muy de moda y el Gobierno estipuló que el exterior del Depósito habría de ser de apariencia vistosa, y que estuviera en armonía con los edificios, tanto públicos como privados, que estaban construyendo activamente en esas inmediaciones”.
De estilo ecléctico, en el Palacio de las Aguas Corrientes predomina el renacimiento francés, con diferentes corrientes de la arquitectura francesa del Segundo Imperio. Por otra parte, muchos coinciden en que tiene similitudes con el antiguo Palacio de Justicia de Amberes, en Bélgica. Rodeado por jardines y una reja de hierro fundido, el edificio cuenta con una planta cuadrada de 90 metros de lado y 20 metros de altura. Construido en ladrillos con paredes de 1,80 m de espesor en planta baja y 60 cm sobre el nivel del cornisamento superior, la volumetría se refuerza en sus esquinas con cuatro torres que sobresalen levemente, de la misma forma que sobresalen los volúmenes que enmarcan los accesos desde el centro de cada fachada. La planta baja está elevada, con la intención de resaltar el aspecto monumental, y sus accesos se jerarquizan con pilares y arcos rebajados, siendo el principal el que presenta una cúpula central dominando el conjunto.
Cosmopolita y cargado de leyendas:
El Palacio de las Aguas Corrientes tiene esbeltas mansardas de pizarras y, recubriendo los cuatro frentes de una cuadra de longitud, piezas de cerámica vitrificada en multiplicidad de formas y colores, que llegaron por barco desde Inglaterra. A solicitud del Gobierno, en la decoración se incluyeron el Escudo Nacional, los Escudos de la Ciudad de Buenos Aires y Rosario, y los Escudos de las catorce provincias que existían en ese momento. Las carpinterías de madera se realizaron con cedro de Paraguay, y la herrería fue provista por fundiciones escocesas. El revestimiento exterior está compuesto por 300 mil piezas de terracota traídas desde Gran Bretaña y concebidas como un modelo para armar, donde cada pieza tiene su número y letra que se corresponde con la que figura en los planos. Las piezas de terracota, esmaltadas y sin esmaltar, fueron provistas por las firmas Royal Doulton & Co. y Burmantofts Co. de Leeds. Para sus cubiertas de cúpulas y mansardas se utilizaron pizarras traídas de Sedán, Francia. La gran estructura metálica interior, armada como un gran mecano, fue traída de Bélgica y fabricada por Marcinelle y Coulliet.
En sus tres niveles contiene los 12 tanques de agua con capacidad total de 72 millones de litros de agua, con un peso calculado de 135.000 toneladas. Los tanques, de chapas de hierro dulce de 10 mm, se unían con perfiles angulares y se aseguraban con remaches. Cada tanque descansaba sobre 45 columnas, cada una de ellas compuesta por cuatro columnillas o fustes secundarios. Para lograr las articulaciones necesarias, se colocaron apoyos y vinculaciones móviles en columnas y vigas. Todo sostenido por una estructura portante de vigas, columnas y cabriadas metálicas. En el centro del palacio, un patio interno provee de luz y aire a todos los ambientes.
Con el correr de los años, varias leyendas se tejieron alrededor del exótico edificio. Una de ellas asegura que en los tanques se suicidó una pareja de enamorados porque los padres no los dejaban casarse. ¿Otra? Tomás Eloy Martínez, relató en su libro Santa Evita que el cadáver de Eva Perón estuvo escondido un tiempo en este edificio. Y en otro de sus libros, Cantor de tangos, el autor se refiere a que aquí ocurrió el asesinato de Felicitas Alcántara, que desapareció a fines del siglo XIX cuando paseaba con sus hermanas y dos institutrices. Trecho de texto de Liliana Podestá / La Nacion.
Texto 5:
Datas:
1871: el Gobierno contrata al Ing. John Bateman para el Proyecto de Provisión de Agua, Desagües, Cloacas y Empedrado de Buenos Aires.
1872: primeros diseños del Gran Depósito Distribuidor.
1874: se inauguran las obras de ampliación de la Planta Recoleta, para abastecer la red y el futuro Gran Depósito.
1886: se concluye el proyecto de la estructura de hierro interior del Gran Depósito.
1887: se inician las obras.
1888: se define el uso de la terracota para la arquitectura exterior.
1892: se realizan pruebas de llenado de los tanques de hierro.
1894: habilitación del Gran Depósito.
1920: se instalan oficinas de Obras Sanitarias de la Nación en la planta baja.
1978: se desafecta del servicio. Sus espacios pasan a albergar usos administrativos y culturales.
1989: se declara Monumento Histórico Nacional. Texto da AySA.
Localizado na avenida Córdoba, 1950.
Nota do blog 1: Um dos palácios mais bonitos que já tive a oportunidade de conhecer.
Nota do blog 2: Data 2024 / Crédito para Jaf.