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sexta-feira, 25 de outubro de 2024

Plazoleta Juan XXIII, Recoleta, Buenos Aires, Argentina


























Plazoleta Juan XXIII, Recoleta, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia



A Plaza Juan XXIII (nomeada em homenagem a Angelo Giuseppe Roncalli, o Papa João XXIII) devido ser próxima do Cemitério da Recoleta, Feira da Recoleta e da Basílica Nuestra Señora del Pilar, está sempre cheia de turistas, artistas de rua, vendedores de artesanato e ambulantes.
No local há bancos para sentar, boa cobertura verde, esculturas, segurança, etc.
É comum as pessoas fazerem piquenique, tomar sol, descansar, deitar na grama, etc.
Destaque para o Gomero de la Recoleta, Atlas de Recoleta e Monumento a Los Caídos el 6 de Septiembre de 1930, existentes em sua área.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

Monumento a Los Caídos el 6 de Septiembre de 1930, Plazoleta Juan XXIII, Recoleta, Buenos Aires, Argentina






Monumento a Los Caídos el 6 de Septiembre de 1930, Plazoleta Juan XXIII, Recoleta, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia


Monumento a los Caídos el 6 de Septiembre de 1930, fecha en la cual un golpe militar destituyó al entonces presidente Yrigoyen cobrando vidas jóvenes. Se trata de una escultura fúnebre en piedra colocada sobre un pedestal en forma de prisma escalonado. Esta obra del escultor Agustín Riganelli representa una madre sosteniendo el cadáver de su hijo. Composición armoniosa y equilibrada que no se limita a lo meramente plástico sino que además conmemora un suceso histórico. Texto da Wikimapia.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

quinta-feira, 24 de outubro de 2024

Escultura Atlas de Recoleta, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina

 












Escultura Atlas de Recoleta, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
Fotografia



La idea es una metáfora. El hombre que carga el peso del mundo. El peso del mundo con sus tragedias, sus desastres, sus miserias, sus alegrías. Aunque no es hombre. Es escultura. Aunque no es mundo, es árbol. Plantado allí a fines o principios del siglo XVIII, tiempos en los que la Argentina todavía no era país.
Es el Atlas. El titán joven. Oscuro, brilloso, descalzo, apenas vestido, de porte fuerte, tieso, frío, con los brazos en alto. Tiene el color de la naturaleza. En sus manos lleva una rama del histórico gomero que sirve de techo para los comensales del café La Biela en una de las esquinas del barrio porteño de Recoleta. Fue puesto allí para ayudar a cargarlo, porque cuando la historia no puede sola el hombre se mete. Aquí se metió Joaquín Arbiza, escultor de la figura que desde octubre de 2014 reúne a argentinos y a extranjeros que hacen fila para tomarse una fotografía, allí a metros de las tumbas del cementerio. Los días de sol, de sombra, de semana, de viento y de lluvia.
Antes que él se metió su madre. Fue ella quien lo sugirió. Como tantas otras cosas. Estaban en La Biela, tomando café, cuando vio que el gomero tenía unos soportes de madera que lo ayudaban a no quebrase y dijo algo así como: "Vos deberías hacer algo con eso". Y el hijo le hizo caso a la mamá.
"Me puse a pensar en lo significativo que era el árbol, que representa un mundo de historias. Entonces me vino a la mente el Atlas. Me gusta lo clásico. Tengo muchos libros sobre las culturas griega y romana. Y después me comuniqué con la gente de la comuna", dice Arbiza, de 26 años, desde Marindia, Uruguay, donde vive. Su casa es su taller, un espacio en el que junta todos los días material para sus obras, que encuentra, que le traen. La carne del Atlas. Los músculos. Las venas.
No trabaja la arcilla ni el bronce ni el hierro virgen. La escultura es la suma de kilos de partes de automóviles de las décadas del 50 y del 60. Un rejunte de años. Una tarea puntillosa que necesitó de doce meses desde la idea al trabajo terminado, de pie. "También tiene detalles que son para mí, algo así como berrinches personales. Piezas escondidas. Por ejemplo, una matrícula de Montevideo y una llave de un Renault que dice «Made in Argentina». No están a simple vista. Pero si se mira con detalle, se ven".
Arbiza tampoco trabaja con moldes. No podría volver a hacer una escultura como esta. Así aprendió su oficio ocho años atrás, apenas terminado el colegio, cuando la pasión de su madre por los autos ya lo había conquistado, aquel verano, cuando se empecinó en armar él mismo su propio buggie, lo logró, lo encendió, lo manejó y sólo funcionó por cincuenta metros. Entonces, ya sin auto en el que pasear, se puso a montar muñecos con los restos. Y así empezó su carrera, de la que el Atlas es engranaje clave.
Hijo de Jápeto y Clímene, según ciertas versiones de la mitología. Hermano de Prometeo, de Epimeteo y de Menecio. Padre de las Hespérides, de Mera, de las Híades, de Dione y de las Pléyades. En griego antiguo "el portador", esta escultura pesa cerca de 300 kilos (como un tigre macho adulto) y carga con su mundo, con el árbol, con la rama, de casi dos toneladas. Llegó al barrio en octubre de 2014. Fue Arbiza quien lo trasladó. Primero en su camioneta, después en barco.
El gomero:
Su nombre científico es Ficus elástica, pero también le dicen gomero o árbol de caucho. Vino de la India y allí parado fue testigo de los días de la Revolución de Mayo, de los cabildos, de las pestes, de la incipiente democracia, de las muertes de los próceres, de festejos, de la dictadura, de la guerra de Malvinas.
Su llegada al suelo del barrio no es cierta. Están aquellos que dicen que fue plantado por el agrónomo Martín Altolaguirre y los otros que aseguran que era parte del parque de una quinta. "Hay una nebulosa alrededor del árbol. La historia oficial dice que pertenece a la quinta de Altolaguirre, quien experimentaba con cultivos y traía cosas que acá no había, como el lino Él lo habría plantado en 1806. Pero en las imágenes de la época no se ve nunca. Es raro. La otra versión es que era parte de la quinta de la «Virreina Vieja», Rafaela de Vera y Pintado, viuda de Joaquín del Pino, virrey del Río de la Plata entre 1801 y 1804", cuenta Diego Zigiotto, periodista y autor del libro 365 días en Buenos Aires.
Además Ziggioto explica que por aquella época la zona nada tenía que ver con la actual: era sede de malandras, delincuentes. Un suburbio, el arrabal. El espacio ideal para enterrar los muertos porque estaba lejos del centro, como a dos horas en carreta por caminos de tierra y escombros. "Ahí estaba la barranca del río, lo que ahora es la avenida del Libertador. Allí bajaban las mujeres para lavar la ropa. Era el lugar de las quintas de cultivo, un espacio alejado. Comenzó a cambiar su perfil recién por 1870", agrega.
Hoy esas cuadras son lujo y el árbol, atracción. Alto pero no mucho, amplio, terso, ilustre y viejo, el más viejo de la ciudad si la historia es cierta y que crece como la telaraña en el aire, que avanza como pulpo de tentáculos vitales en el agua. Flora y fauna. El gomero tiene una base de casi diez metros, una copa de casi cuarenta y unas ramas de más de treinta. Y sigue. Por eso Arbiza vuelve. Porque crece.
"Hace un mes fui a visitar el Atlas y vi que debía retocarlo. Así que me fui a una ferretería, compré lo que precisaba y lo arreglé. Está muy cuidado. Desde que lo instalamos la rama que carga creció; de hecho creo que en un año va a estar más incorporado, como abrazándolo", dice el escultor. Texto de Dolores Caviglia / La Nación.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

Gomero de la Recoleta, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina

 









Gomero de la Recoleta, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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Para los buceadores de la historia, es uno más de los tantos inmigrantes que llegaron a estas tierras a echar raíces y quedarse para siempre. Y en este caso, el hecho es literal, porque se trata de un árbol. Unos dicen que llegó desde la India y afirman que, a fines del siglo XVIII, lo trajo un fray llamado Francisco de Altolaguirre, quien se lo entregó a su hermano Martín José de Altolaguirre, para que lo plantara en las tierras de la chacra que tenía en la zona de Recoleta. Otros atribuyen la plantación a los propios padres recoletos que ya estaban allí y que dieron nombre al barrio. Como quiera que sea, para muchos es el árbol más antiguo de Buenos Aires y todavía sigue en pie.
El árbol está donde termina la avenida Presidente Quintana y es vecino destacado de la Basílica del Pilar y de la entrada al famoso cementerio. Por supuesto, no pasa desapercibido: su base está cercana a los diez metros de diámetro, su copa ronda los cuarenta metros de altura y algunas de sus ramas superan los treinta metros, lo que obligó a colocar puntales de hierro para sostenerlas. Pertenece a la especie conocida como ficus elástica, un tipo de árbol que se caracteriza por desarrollar raíces aéreas y fuertes que le permitan un buen anclaje al piso. Esa es la clave para después poder expandir esas ramas horizontales que, en este ejemplar y en algunos tramos, tienen más de un metro de diámetro.
Quienes abonan la teoría de que lo plantó Altolaguirre se basan en que, hacia 1790, el hombre era dueño de una gran chacra que estaba sobre las barrancas del río. Como era agrónomo, allí existían olivos, árboles frutales y plantaciones de cáñamo y lino. Justamente, este último cultivo fue el que le permitió realizar los primeros ensayos textiles, en lo que sería una especie de estación agropecuaria experimental en la Ciudad. Cuentan que Altolaguirre era muy amigo del entonces joven abogado Manuel Belgrano, quien apoyó su proyecto desde su cargo de primer secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Es que una de las tareas de ese cargo contemplaba que el secretario promoviera la agricultura, la industria y el comercio.
Lo concreto es que ese “gran árbol del caucho” (como lo llamaron algunos), aunque popularmente lo denominan gomero, formó parte de aquel paisaje bucólico y del actual, ahora que pasaron más de dos siglos. Y no sólo eso: los conocedores sostienen que todos los otros árboles de esta especie que hay en los alrededores, son retoños de ese gigante que hasta resistió un intento de derribarlo, cuando se hicieron obras en el lugar. La fuerte defensa que plantearon los vecinos, inclusive en tiempos de dictadura cuando protestar era peligroso, evitó tal desatino. Aquel rescate promovido por la gente es el que, en la actualidad, permite que muchos de esos vecinos puedan sentarse a su sombra para disfrutar un café de La Biela, el famoso local que también lleva años en esa elegante y turística esquina porteña.
Claro que otros afirman que no siempre estuvo allí. Son los que creen que este mismo ejemplar primero estaba en los terrenos que luego ocuparía el cementerio y que, cuando se pensó en usarlos, fue el mismo Altolaguirre quien hizo el traslado hacia la actual ubicación. Y agregan: lo de ubicar retoños de ese árbol en otro terrenos de la zona fue una iniciativa que motorizó don Torcuato de Alvear, durante su intendencia, desarrollada entre 1883 y 1887. La idea de Alvear era aportarle a la Ciudad algunos sectores verdes y esas barrancas fueron parte. Ese “Parque de la Recoleta” abarcó parte de los terrenos donde había estado el Matadero del Norte, el lugar en que se faenaba el ganado que los arrieros traían hacia Buenos Aires desde ese punto cardinal. Por esta actividad, dicen que en aquella zona se concentraban prostíbulos, lugares de juego y baile para atenderlos en sus momentos de ocio. Eran los tiempos en los que esa área se la conocía como “el barrio recio”. Pero esa es otra historia. Texto de Eduardo Parise / Clarín.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.

Monumento Dr. António Agostinho Neto, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina

 





Monumento Dr. António Agostinho Neto, Plazoleta Juan XXIII, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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Donado por la República de Angola, el busto rinde homenaje al Dr. António Agostinho Neto, héroe de la independencia angolana y primer presidente de la república. 
Las relaciones bilaterales entre Argentina y Angola se establecieron el 02 de septiembre de 1977 cuando nuestro país reconoce oficialmente (por Decreto Nº 2611) a la República Popular de Angola. 
Desde ese entonces, se celebraron convenios comerciales y de cooperación en materia económica, agropecuaria, científica y cultural. Es importante tener en cuenta que la presencia angoleña en Argentina data del tiempo colonial, donde los esclavos llegados a Argentina desde África, que ingresaban por Brasil (entonces colonia portuguesa al igual que Angola), eran angolanos en gran número. Cabe mencionar que en los libros de cuentas de varias de las estancias jesuíticas asentadas en nuestro país se registra gran número de esclavos de origen angoleño. Entre 1780 y 1812, año en que se interrumpió el tráfico de esclavos, llegaron más de 100.000 a la región del Río de la Plata, el 22 por ciento de los cuales llegó directamente de África, provenientes del Congo y Angola. Los esclavos africanos tuvieron una participación importante en la Guerra de la Independencia Argentina, constituyendo el grueso de la infantería, con la promesa de libertad una vez finalizada la contienda. Más tarde, los ya liberados se reunieron en "naciones" que agrupaban a las personas que habían sido capturadas en la misma región. En Buenos Aires, la mayoría eran del Congo y Angola y se reunían en espacios llamados "contenedores" o "tangos", donde se realizaban bailes. El tango, música emblemática de nuestro país, declarado patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO, tiene sus orígenes en la música negra. El director de cine angoleño Dom Pedro, autor del documental "Tango negro, las raíces africanas del tango" que realizó con el apoyo de la UNESCO, comentó sobre la percepción que se tiene del origen negro del tango: "En general, nadie o muy poca gente sabían de la africanidad del tango. Así que todo lo que tenemos que pensar es que hubo y siempre ha habido elementos culturales de Africa en la fundación de esta música y su danza. [ .. .] ¡Hay muchos africanos que están descubriendo la existencia de las raíces africanas en el tango argentino! Y, al mismo tiempo, el mundo aprenderá sobre la existencia de los africanos negros argentinos." Por otra parte, entre los descendientes angoleños destacables, se debe mencionar a Juan José Cabral, héroe de nuestra independencia. Hoy en día, los angolanos residentes en Argentina son en su mayoría estudiantes. Además, los afroargentinos constituyen el 2% de nuestro país, la mayor parte de ellos poseen ascendencia parcial de Angola. 
Es menester destacar que la figura del Dr. António Agostinho Neto es reconocida mundialmente por su lucha por la independencia de Angola y el resto de las colonias africanas. Su labor política, al igual que su producción poético-literaria, es materia de estudios e investigaciones por parte de las más prestigiosas instituciones educativas internacionales. Además, siendo preso político de la policía portuguesa y como tal con derecho a solicitar su radicación en cualquier parte del mundo, el Dr. António Agostinho Neto pidió su residencia fija en Buenos Aires, la que no llegó a concretarse al conseguir Angola su independencia. 
El monumento, además de rendir homenaje a un importante personaje de la historia de Angola, también busca reconocer la historia de la migración angoleña en Argentina, así como fortalecer las relaciones bilaterales entre ambas naciones. Trecho de texto da Legislatura Ciudad Autónoma de Buenos Aires adaptado para o blog.
Nota do blog: Imagens de 2024 / Crédito para Jaf.