quarta-feira, 5 de março de 2025

Soldados Brasileiros / Segunda Guerra Mundial, 1944, Itália








Soldados Brasileiros / Segunda Guerra Mundial, 1944, Itália
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O Brasil declarou guerra à Alemanha e à Itália em 31 de agosto de 1942, posicionando-se ao lado das forças Aliadas (lideradas por Estados Unidos, Grã-Bretanha, França e União Soviética). A declaração foi uma resposta aos ataques de submarinos alemães contra embarcações brasileiras no Oceano Atlântico, principalmente os afundamentos causados pelo submarino U-507.
A FEB foi criada em 9 de agosto de 1943 para ser a força militar responsável pela participação do Brasil na guerra. O primeiro contingente de “pracinhas” embarcou para a Europa na noite de 30 de junho para 1º de julho de 1944. Ao todo, mais de 25 mil soldados brasileiros atuaram nos campos de batalha europeus. O lema da FEB era “A cobra está fumando”, uma resposta irônica àqueles que afirmavam ser mais fácil uma cobra fumar do que o Brasil entrar na guerra.
Nota do blog: Data 1944 / Autorias não obtidas.

 

Honda CBX 750F "Grená", Brasil




 

Honda CBX 750F "Grená", Brasil
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CBX 750F ano 1989 "Grená".
Nota do blog: Datas e autorias das imagens não obtidas.

Estátua do Cristo Redentor, Rio de Janeiro, Brasil


 
Estátua do Cristo Redentor, Rio de Janeiro, Brasil
Rio de Janeiro - RJ
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Nota do blog: Data e autoria não obtidas.

Voto Feminino no Brasil - Artigo


Voto Feminino no Brasil - Artigo
Artigo 

O dia de hoje (24/02/2025) marca os 93 anos do voto feminino no Brasil. 
Demanda apresentada já nas discussões para a primeira Constituição republicana, de 1891, o direito das mulheres ao voto foi assegurado apenas no início da década de 1930, com a publicação do Decreto nº 21.076, de 24 de fevereiro de 1932, que instituiu o primeiro Código Eleitoral brasileiro. 
Dois anos depois, o voto feminino ganhou bases constitucionais, com a promulgação da Constituição de 1934.
Nota do blog 1: Na imagem, vemos uma eleitora votando nas eleições presidenciais, na cidade do Rio de Janeiro, em 3 de outubro de 1955.
Nota do blog 2: Data 1955 / Autoria não obtida.

Estación Belgrano C / Estação Belgrano C, Belgrano, Buenos Aires, Argentina

 











Estación Belgrano C / Estação Belgrano C, Belgrano, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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Belgrano C es una importante estación de ferrocarril de la ciudad de Buenos Aires.
Pertenece a la línea que cubre el ramal Retiro-Tigre. 
Está ubicada frente a la avenida Virrey Vértiz entre las calles Juramento y Sucre en el barrio de Belgrano.
La estación fue una de las primeras del país, inaugurándose en 1862 con el arribo del primer tren. Las obras fueron hechas por la empresa Ferrocarril del Norte de Buenos Aires y estaban destinadas a llevar las vías férreas hasta San Fernando.
Su primer nombre fue Valentín Alsina, en homenaje en vida a quien fuera gobernador de Buenos Aires. En sus principios estaba situada una cuadra más al norte, entre las calles Juramento y Mendoza. 
Una nueva estación fue construida en 1878 (con reformas y adaptaciones funcionó hasta el año 2018).
Para diferenciar esta estación de su homónima que corría por la zona alta de Belgrano, se decide introducir una letra característica de las empresas ferroviarias que operaban cada ramal, así es que la letra "C" corresponde al Ferrocarril Central Argentino, mientras que la letra "R" era utilizada para las estaciones del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario. Este mismo método se utilizó en las estaciones Olivos (hoy Olivos R es conocida como Bartolomé Mitre), San Isidro, San Fernando, Tigre (hoy Tigre R conocida como Delta) y Bancalari (Bancalari C hoy se encuentra clausurada y en desuso).
Entre el 7 de mayo de 2018 y el 4 de febrero de 2019 la estación funcionó con andenes provisorios debido a la obra del Viaducto Mitre.
El 10 de mayo de 2019 se inauguró el Viaducto Mitre de 3,9 kilómetros desde avenida Dorrego hasta avenida Congreso, y la nueva Estación elevada Belgrano C.
Es la principal estación intermedia del servicio eléctrico metropolitano de la línea Mitre ramal Tigre, que se presta entre las estaciones Retiro y Tigre y es operada por Trenes Argentinos Operaciones. La estación cabecera de la línea es la Estación Retiro Mitre (los servicios a Tigre habitualmente parten de los andenes 1 y 2).
La estación original frente a las Barrancas de Belgrano, inmediata al barrio Chino de Belgrano, fue completamente demolida en el mes de mayo de 2018. La Estación fue construida en la misma ubicación, pero elevada, lo que permitió la supresión de barreras y la apertura de las calles al tránsito, mejorando la circulación entre el barrio de Belgrano y el barrio de Núñez. Trecho de texto da Wikipédia.
Nota do blog: Data 2024 / Crédito para Jaf.

Aspectos da Calle Defensa, Buenos Aires, Argentina

 








Aspectos da Calle Defensa, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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En la Ciudad de Buenos Aires, entre callejuelas empedradas y edificaciones que cuentan historias centenarias, se encuentra Defensa, una arteria que se erige como testigo del pasado en el pintoresco barrio de San Telmo. Este rincón de la capital argentina no sólo es reconocido por su arquitectura colonial, sino también por su feria, un mercado callejero que transforma la calle los domingos en un festín de artesanías, antigüedades y sabores.
Defensa, con su recorrido de sur a norte, atraviesa los barrios de San Telmo y Monserrat para culminar su travesía en la emblemática Plaza de Mayo. En su tramo central, aún conserva edificaciones que remontan a la época colonial, un recordatorio tangible de los años que han forjado la identidad de Buenos Aires. Este rincón urbano, que hoy lleva el nombre de Defensa, rinde homenaje a la defensa valiente de la ciudad durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807.
Con sus 1,8 kilómetros de extensión, la calle Defensa ha sido testigo de los cambios y transformaciones de la ciudad a lo largo de los siglos. A través del tiempo, ha adoptado varios nombres, reflejando las distintas etapas de la historia porteña. Desde Mayor en 1738 hasta su denominación actual en 1849, cada nombre encapsula una parte de la narrativa rica y compleja que define a Buenos Aires.
Durante los domingos, la calle Defensa cobra vida con la Feria de San Telmo, un evento que atrae tanto a locales como a visitantes. Los puestos de artesanos, antigüedades, comida y ropa se despliegan a lo largo de la calle, ofreciendo una experiencia única. Además de explorar la feria, los visitantes pueden disfrutar de la oferta gastronómica en los bodegones y parrillas tradicionales, así como explorar galerías de arte, tiendas de diseño y museos que salpican los alrededores.
Defensa, con su empedrado que resuena con la historia, no sólo es una calle, es un viaje a través del tiempo. Cada adoquín cuenta una historia, cada edificación susurra secretos del pasado. En San Telmo, donde la tradición y la modernidad coexisten, sigue siendo el escenario donde convergen la historia colonial y la vitalidad contemporánea, un recordatorio de que las calles de una ciudad pueden ser más que simples senderos; pueden ser portadoras de la identidad y el alma de una nación. Texto do Ciudadano News.
Texto 2:
Buenos Aires' Calle La Defensa is a memorable street any day, but especially on Sundays, when crowds gather to walk, shop, dance, eat and have fun interacting with the street performers.
Calle La Defensa in San Telmo is one of the oldest and most emblematic neighborhoods in Argentina, which maintains most of its original architecture and cobbled stone streets. Its historic claim is as a "refuge of friendship and happiness" because it has been home to immigrants from all over, which has made it a gathering place for ex-pats, artists, and the tango scene.
We have made a number of trips to Buenos Aires over the years, always making a point to visit San Telmo and Calle La Defensa.
More recently, we understand that there have been attempts to take parts of the street and put them under government control. What is important to remember, in times like these, is that the magic of this street lies in the self-organizing nature of its activities. This was obvious to us because of the camaraderie we witnessed all along the street.
The street is at once lively and relaxed, dotted with vendors, dancers, singers, and curbside conversations: It is clearly a place to which people are drawn, and where they feel comfortable taking time to connect.
The narrow street teems with people, and performers weave themselves into the mix. Tango dancers seem to be everywhere along the route and in nearby plazas, enticing onlookers with bold moves and flashy outfits.
Street performers are part of a "family" of friends; some are local celebrities; others are trying things out to see what kind of crowd they can draw.
In addition to tango performances, pedestrians often walk among living statues, musicians, puppeteers, and more.
Performers of all ages line the streets in a friendly competition for attention, giving performances ranging from the serious to the humorous.
Among all of this activity, vendors advertise their wares: The Calle La Defensa Street Market is full of artisans and entrepreneurs proud of their work.
Food is everywhere in the street market. It is on display, or cooked in the open. Meanwhile, corner cafés reach out onto sidewalks and merge with the activity along the street.
Toward the southern end of the street is Plaza Dorrego, with a famous Sunday market. It is one of the oldest squares in the whole of the city, and its weekly antique market is full of curiosities and local handicrafts. It is a major gathering place just to hang out...
Improvisation and collaboration lay the basic underlying foundation for this great street. It is the backbone of a community of people who know and care for each other: something to which every public space must aspire. At the same time, it is a "performance" street on many levels: People meet one another while sharing the pleasure of particular vendors/performers. Even non-performers are there to see and be seen.
Each section of Calle La Defensa has its own identity. But what is common among its various parts is a shared feeling of spontaneity. Because performers are sprinkled throughout the space, the street becomes one continuous and interactive stage. Because local entrepreneurs use the street, rather than individual stalls, they are woven together into a stream of vendors. All in all, Buenos Aires' Calle La Defensa is an example of all the good that can come from letting improvisation be the defining force.
Calle La Defensa is full of people from all over, and its mix of vendors and performers lend it a type of excitement not found in many places around the world. It evokes Barcelona's Las Ramblas, a place whose renown is well-deserved due to its sheer volume of activity. This is certainly one of the most dynamic streets anywhere, especially during market hours on Sundays. We will add other "Streets" to this collection. The ones we will share should be represented as a group of UNESCO World Heritage Sites. Trecho de texto de Fred Kent e Kathy Madden / Social Life Project.
Nota do blog: Data 2024 / Crédito para Jaf.

Farmacia de la Estrella, Buenos Aires, Argentina









Farmacia de la Estrella, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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Tiene el olor de lo histórico y la oscuridad de lo antiguo. Desde 1885 la Farmacia de la Estrella está a pasos de la Basílica de San Francisco, en una zona de calles angostas y adoquines de San Telmo, en la Ciudad de Buenos Aires. "Mantenemos las luces bajas para preservar los lienzos. Aquí en invierno hace frío y en verano, calor. Para cuidar el arte tenemos que moderar el uso del aire acondicionado", explica Alejandro Cardelli, uno de los actuales dueños del lugar.
Ubicada en Alsina y Defensa, por esta esquina emblemática pasaron grandes próceres argentinos como Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini e Hipólito Irigoyen, que hacían reuniones en el subsuelo del boticario. Con más de 130 años de historia, la farmacia permanece en funciones hasta la actualidad para atender al público y, además, ser museo.
"Ayer estuvimos desde las ocho de la mañana hasta las doce de mediodía recibiendo a maestras y niños de jardín de infantes. Los chicos se fascinan con la balanza pero… 'avísenme antes de venir y coordinamos', le dije a la directora", ríe el farmacéutico, que hace cinco años se asoció a Francisco Malfati para dirigir esta joya centenaria ubicada en el corazón del casco histórico porteño.
Mientras, mapa en mano, una pareja de alemanes comenta lo bello del piso de mosaicos genovés, Alejandro apunta: "Estamos en todas guías de turismo de Europa. Vienen cincuenta extranjeros por día. El domingo abro básicamente para chilenos y brasileros".
"Yo manejaba veinte farmacias de una cadena grande cuando me llamó por primera vez el padre de mi socio. Le contesté: "No me interesa, gracias". Me insistió durante un año. Hasta que acepté tomar un café en aquella mesa de este bar", relata el farmacéutico en otro notable, el Bar La Puerto Rico, de 1887. "Vení que te la muestro", parece que le dijo y… "¡Cuando la vi!", rememora Alejandro como si hablara del amor de su vida. "Quedé encantado. Dejé todo y me asocié. Sabía que era un desafió desde lo económico pero no podía dejarla ir", cuenta sobre ese romance ineludible, que promovió Malfati, cuya familia está en la farmacia hace tiempo.
De Villa Regina, Río Negro, Alejandro eligió su profesión admirando a su abuelo, "el farmacéutico de Luis Beltrán", una localidad vecina. "Lo veía preparar las cremas con una cuchara de madera enorme y me fascinaba. Porque en esa época empezaban las droguerías pero todavía las tinturas y jarabes se preparaba en las farmacias", cuenta Cardelli, que estudió la carrera en la Universidad de La Plata.
Entonces, basta poner un pie en el primer escalón de aquel antiguo boticario de Monserrat, para vivir ese viaje al pasado en ritmo presente. Porque transeúntes vienen y van, guareciéndose de la lluvia debajo de la misma pérgola de vidrio y hierros que está hace casi 135 años. Mientras tanto, el cartel de la entrada, en marrones y caqui, sigue como entonces para que los clientes atraviesen las puertas vaivén con vidrio de Venecia y se acerquen a los mostradores de madera de nogal traída de Italia para comprar un remedio de este siglo, algunas cremas antiage o perfumes de moda.
Están también los turistas que, sin comprar, entran especialmente para conocer esta gema porteña. Y quedan extasiados frente a los dos lienzos y el fresco –El triunfo de la farmacopea frente a la enfermedad– que pintó el italiano Carlos Barberis en 1900 y que engalanan paredes y cielo raso. Todo mientras Alejandro señala "la chica estudiando la fármaco botánica", en el lienzo de la izquierda y los frascos Erlenmeyer y balón y la auto clave –para esterilizar–, en el de la derecha. Entonces se hace eco de los rumores de entonces: una de aquellas dos damas de los lienzos sería Mercedes Quiroga, la hija del caudillo, casada con Antonio Demarchi, uno de los hijos de dueños de la farmacia.
Pero el arte de la Farmacia de la Estrella se presume además en cada uno de los muebles, cajones, mostradores y estantes que están coronados por un reloj de época que "anda perfecto y sólo necesita cambio de pila de vez en cuando". Se observa también un banco "que está como entonces" y los frascos color caramelo "que se usaban para que las drogas no se oxidaran con la luz". Mientras que los azules "siempre fueron para fragancias y artículos de perfumería".
–¿Cómo hacen para mantener una farmacia de 1885?
–Tenemos un contrato de bienes raíces que funciona como un alquiler de por vida. Eso implica hacernos cargo de la manutención. No contamos con ningún tipo de apoyo. La gente del Museo (de la Ciudad, donde se exponen objetos cotidianos de la antigua vida porteña) hace lo que pueden. Nuestro único rédito es mostrarla con orgullo. Es una verdadera reliquia. Yo soy farmacéutico. Cuando me enamoré al verla y me asocié con Malfitani no tenía ni idea de antigüedades, ni arte. Pero, con ayuda de expertos y restauradores, aprendí mucho.
–¿Y por dónde pasan los mayores desafíos de conservarla, en el día a día?
–Las veredas son angostas, muchos camiones dañan los toldos al pasar. El año pasado tuve que cambiarlos dos veces. Las calles son de piedra, los autos pasan y se mueve todo, entonces los pisos de mosaico se levantan. Guardo cada pieza que se sale y cada seis meses viene un especialista y la pega. El cableado es de época. Y de hecho el otro día vino el electricista por un aplique y me decía: "No hay manera de arreglar esto". Yo le contesté: "Arreglalo como puedas, pero no me la cambies". La madera se conserva con una cera en particular que se aplica cada un tiempo determinado. La trabaja un carpintero especial. Porque acá todo está en funcionamiento. Los cajones no son artículos de decoración, se usan para guardar los remedios.
–¿Es muy difícil mantener un lugar así?
–Si no estás en los detalles, todo se va perdiendo o dañando. Hay humedades, suciedad y hollín. Hace diez años hicimos una gran restauración con expertos y a pulmón. Pero llegamos hasta la mitad de la farmacia. Fue carísima. Hoy no podemos seguirla. Queremos, pero económicamente sería imposible. Sí estamos por pintar la fachada. Y además ya llamé al pintor restaurador para repasar el cartel de entrada. Todos los días hay algo para limpiar o arreglar. Porque si te dejás estar se cae a pedazos. Hay quienes aseguran que en un momento estuvo a punto de ser demolida. Nosotros estamos todo el tiempo en el mix de conservarla y atender el comercio, porque vivimos de la farmacia.
–Es decir que funcionan como una farmacia más…
–Claro. Hacemos todo lo que hace una farmacia. Tenemos vacunatorio para grandes y chicos. Aquí trabajan 14 personas. Abrimos de lunes a viernes de 8 a 20 horas; los sábados de 8 a 13 y los domingos, de 9 a 15 horas. Tenemos dos laboratorios: homeopatía y alopatía. El primero son las Flores de Bach, Glóbulos y demás. El segundo, los medicamentos que preparamos nosotros. Compro la droga, la peso y tengo la maquina de hacer comprimidos. Además, hacemos las tinturas madre.
–¿De que se trata?
–Consiste en extraer de una planta el principio activo para crear medicamentos. Hay tintura madre para diabetes, menopausia, fiebre, torcerduras. En los grandes laboratorios se hacen procesos de síntesis. Nosotros hacemos una maceración, que lleva siete días con alcohol a 70. Extraemos, filtramos y obtenemos productos muy buenos. Entiendo que la homeopatía se ponga en duda, pero las tinturas madres son indiscutibles. Hay un cuento que lo grafica. Pedro y Juan eran amigos y tenían sus casas a la vera del río, a cien metros de distancia y separadas por un sauce. La corriente iba de lo de Pedro a lo de Juan. Pedro, que sufría de dolores de cabeza, le decía a su mamá: "Cuando paso el día en lo de Juan, y tomo agua del río, se me va el dolor de cabeza". La mamá no entendía… No sabía que del sauce se extrae el acido acetilsalicílico de la aspirina.
La historia de la Farmacia de la Estrella dice así. En 1834, casi veinte años después de la Revolución de Mayo, Bernardino Rivadavia convocó al bioquímico y botánico Pablo Ferrari para que fundara el primer boticario del país. Cuatro años después, se la vendieron a Don Silvestre Demarchi, un suizo –además el primer cónsul italiano en Argentina– que junto a la farmacia instaló una droguería que a mediados de siglo era la más importante de Sudamérica. Lo sucedieron sus hijos Demetrio, Marcos y Antonio –el yerno de Facundo Quiroga– que establecieron sucursales en Rosario, Córdoba y San Nicolás, además de Montevideo.
En 1864, Demetrio Demarchi se asoció al norteamericano Melville S. Bagle –que había trabajado de joven como cadete de la farmacia– y viraron a lo que sería Bagley y Cia, el gigante de las galletitas. Pero la droguería siguió creciendo. Y en 1885 los hermanos Demarchi se unieron con el bioquímico Domingo Parodi, para construir el local de la esquina de Defensa y Alsina.
A fin de siglo Marco Demarchi di Demetrio se organizó con José Soldati, Juan Carlos Craveri y Domingo Tagliabue para crear una sociedad anónima. Y en 1968, el famoso arquitecto José María Peña creó el Museo de la Ciudad en buena parte del edificio que originalmente era boticario. Así, la Farmacia de la Estrella pasó a ser Patrimonio Cultural de la Comuna y desde entonces forma parte del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
"Junto a sus mostradores o en sus trastiendas dábanse cita, noche tras noche, los parroquianos más expectables del barrio en tertulias que se prolongaban invariablemente hasta promediar la noche, cuando el silencio dominaba en la ciudad y solo quedaba en la rumorosa botica el farolillo tras la ventana, indicador de un servicio nocturno que aun hoy conserva su tradicional y misteriosa apariencia", escribe Francisco Cignoli, en su Historia de la Farmacia Argentina, de 1953. Habla de aquellas históricas reuniones en los subsuelos, de las que participaban Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini e Hipólito Irigoyen.
Enclavada al lado de una iglesia, para que quienes la necesitaban pudieran ubicarla fácilmente buscando el campanario más cercano, la Farmacia de la Estrella vendió el primer algodón de la marca que hoy conserva el mismo nombre. Pero además, de aquella esquina salió el Tetralgin de Craveri, la Hesperidina de Bagley y las pastillas para la tos Parodi.
Y entre inmigrante ilustres, como bien relata Alejandro Cardelli, la Farmacia sigue ligada a la historia. "En aquella época los dirigentes se reunían en nuestros subsuelos. Ahora, todo el tiempo se cruza algún Ministro o funcionario a comprar medicamentos. Y nuestros farmacéuticos son los únicos acreditados para entrar a aplicar inyecciones a la Casa Rosada. Nos llaman secretarios e incluso vamos por el Presidente con algún que otro envío", detalla el farmacéutico que, desde su lugar, no sólo vela por la historia argentina sino que además acude a las urgencias de estos tiempos. Texto de Ana van Gelderen / Infobae.
Texto 2:
La farmacia más antigua de la ciudad lleva 180 años sin bajar la guardia. Recetas magistrales, homeopatía y una historia abierta las 24hs.
Poco menos de 25 años debieron pasar, desde la Revolución de Mayo de 1810, para que Buenos Aires tuviera su primera botica. Aquella que abrió sus puertas en el año 1834… Y ya no las cerraría. Sí, sí. Con ustedes: la farmacia más antigua de la ciudad.
Todo comenzó por obra y gracia de Bernardino Rivadavia, quien -ante su preocupación por la salud de la población- decide convocar el bioquímico Pablo Ferrari. ¿Con que objetivo? Instalar en Buenos Aires la farmacia “estrella” de toda Sudamérica. Y, en el literal sentido de la palabra, así fue. Claro que mucho tuvo que ver en ello don Silvestre Demarchi: primer cónsul italiano del país (aunque de nacionalidad suiza), a quien le fuera transferida la farmacia en 1838. El caso es que este buen hombre fallece apenas pasados los 15 años del traspaso, quedando la tienda en manos de sus hijos Demetrio, Marcos y Antonio (¡Nada menos que el yerno de Facundo Quiroga!). Para entonces, La Estrella ya era una droguería con mayúsculas. Instalada en las calles Victoria y Saavedra, se convirtió en la primera fábrica de productos químicos del país. Además de ser, por más de 25 años, la única que importaba drogas al por mayor. Ya en 1885, los hermanos se asocian con el bioquímico Domingo Parodi y construyen el actual local: la emblemática esquina de Defensa y Alsina.
Todo un monumento del casco histórico ha resultado ser La Estrella. Siempre allí, de pie y firme a todo acontecimiento por el que traspasara una Buenos Aires que ya es parte de su propia memoria. Hasta superó a estoicas puertas abiertas la epidemia de fiebre amarilla que en 1871 azotara a la ciudad. Tragedia en la que el mismísimo Demetrio Demarchi actuó con distinguida solidaridad, lo que le valió una condecoración de gobierno italiano. Aunque en el firmamento de La Estrella aún restaban muchas más luces: la fabricación de productos químicos y farmacéuticos de las más variadas especialidades era moneda corriente allí. Sin olvidar sus recetas magistrales, aquellas propias de los boticarios. Siendo un as en Homeopatía, La Estrella se despachó con unos cuantos productos que alcanzaron el estrellato: la píldora para la tos Parodi, la limonada Rogé y el tónico Hesperidina. ¿Problemas de indigestión? El jarabe Manetti era la solución. Y por si algo más faltaba, aquí se usó por primera vez en el país y con fines medicinales el algodón cosechado en Chaco. ¿Acaso no le suena el algodón Estrella? Aunque si de fama hablamos, ésta no se remitió solamente al vasto inventario de productos. La estrella era un predilecto escenario para las tertulias de los sábados en la tarde… ¡y hasta pasada la medianoche! Distinguidos parroquianos copaban mostradores y trastiendas. Y, entre frascos y píldoras, con balanza de por medio, se sucedían chismes y fervientes discusiones. Es que la farmacia era eje de debate de la política del país. Tanto así, que Pellegrini, Roca, Mitre e Irigoyen han desfilado por su recinto. ¡Qué clientela!
El paso del tiempo hizo que los protagonistas de aquellas pláticas y veladas dejaran su paso a los ajetreados transeúntes que hoy circulan por las veredas de La Estrella. Aquella que -cambios de firma mediante- no sólo mantuvo sus puertas abiertas; sino su tradicional estilo. Basta echarle un vistazo al mobiliario y distinguida decoración para develar que no se trata de una farmacia cualquiera. Provenientes de Italia, estanterías y armarios de nogal, cristales de Murano, mármoles de Carrara, mayólicas, detalles en hierro forjado y pisos venecianos componen la postal del lugar. Y allí no termina la visual recorrida: un cielorraso poblado de ángeles y pinturas encuadradas cual galería de arte dejan cabeza para arriba a más de uno. Allí en las alturas, un fresco de Carlos Barberis nos muestra a la triunfante Farmacopea frente a la ya vencida enfermedad, yaciente a sus pies. Pura retórica y de la buena para esta memorable esquina porteña.
De más está decir, ingresar unos minutos en ella no tiene desperdicio, más no sea para comprar unas aspirinas. Aunque sus empleados saben, lo que más demandan sus clientes es una simple fotografía. Rápido y eficaz curativo para curiosos y cazadores de historias. De esas que la Estrella aún tiene en stock. Porque 180 años no son nada. ¡Salud! Texto de Pulpería Quilapán.
Texto 3:
Estás en La Farmacia de la Estrella. Este edificio toma su nombre por la emblemática farmacia que fue fundada en 1834 por el bioquímico y boticario italiano Pablo Ferrari tras un encargo de Bernardino Rivadavia, el primer presidente de Argentina.
Aún en funcionamiento, es la farmacia más antigua del país y llegó a convertirse en una de las más importantes de Sudamérica.
Si entrás a la farmacia, vas a poder observar su gran valor artístico y patrimonial: aún conserva gran parte de su mobiliario y decoración original, con estanterías de nogal, cristales de murano y mármoles de carrara y, si mirás para arriba, vas a poder ver los frescos que decoran los cielorrasos.
Mirá el fresco del espacio central. Allí verás la figura de tres mujeres que aluden a “la Salud”, “la Enfermedad” y “la Farmacopea”. Esta pintura representa el triunfo de la farmacia y la salud sobre la enfermedad.
Un dato más: aquí trabajó como ayudante, en los años 1860, Melville Bagley. Él creó aquí la Hesperidina, un tónico hecho a base de cáscara de naranjas que luego se convertiría en una bebida muy popular para los argentinos. Además, Melville Bagley crearía, años después, la famosa marca de galletitas Bagley, ¡la misma de las galletitas Ópera, que llevan ese nombre por la inauguración del Teatro Colón, en 1908!
Este edificio es parte del conjunto histórico del Buenos Aires Museo. Texto do GCBA.
Localizada na calle Defensa 201.
Nota do blog: Data 2024 / Crédito para Jaf.

Antigos Trilhos de Bonde, San Telmo, Buenos Aires, Argentina



 



Antigos Trilhos de Bonde, San Telmo, Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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Localizados na calle Chile.
Nota do blog: Data 2024 / Crédito para Jaf.

Propaganda "Disseram que Não Iríamos Conseguir / E Não Conseguimos", Volkswagen Fusca, Volkswagen, Brasil


 

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Arco de Entrada / Arco de Tito / Ecoparque / Antigo Jardim Zoológico de Buenos Aires, Argentina


 

Arco de Entrada / Arco de Tito / Ecoparque / Antigo Jardim Zoológico de Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires - Argentina
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El arco de uno de los ingresos al antiguo jardín zoológico fue inaugurado en 1902 inspirados en los años de triunfo conmemorativos de la antigua Roma.
La historia del Jardín Zoológico de Buenos Aires actual Ecoparque: surge como un plan de Sarmiento que quiere crear un parque como otros países europeos que propone un espacio de esparcimiento. El Zoo ocupa una parte del parque en principio, como un área zoológico-botánica, y luego se consolida en el Jardín Zoológico. Todo esto se inicia en 1875 en el medio de un predio que aún no era urbano.
El arco permanece dentro del viejo conjunto de Portones de los Bosques de Palermo, diseñado por el Arq. Jules Dormal, ubicado también en Plaza Italia en la entonces Avenida de Las Palmeras. Los portones fueron demolidos en 1917.
Los primeros directores del Jardín Zoológico fueron Holmberg y Clemente Onelli. Ellos fueron los que impulsaron la construcción de los edificios que hoy consideramos patrimoniales dentro del predio. Holmberg desarrolló el diseño de los caminos y la ubicación de los edificios que conformaban una escenografía para los animales, vinculando el origen de los animales con el producto arquitectónico. Proyectos estos que se desarrollaron con la colaboración de los arquitectos municipales.
Es en 1902 que se inaugura el Arco de Tito, inspirado en los arcos de triunfo, que eran arcos conmemorativos de la antigua Roma y vinculada a los viejos portones de Palermo. Los portones de hierro de acceso fueron construidos en Buenos Aires, pero no así la reja, que fue traída desde Francia en barco en 1890 y es particularmente interesante porque no es soldada sino que se conforma con un sistema de encastre y un desarrollo que cubría 18 hectáreas.
En el arco sobre la cara interna hay un bajorrelieve de un domador de caballos. Es atribuido al escultor Lucio Correa Morales, que era sobrino de Holmberg y es nombrado administrador del Parque. Como remate del conjunto tiene una herrería superior con el escudo de la ciudad de Buenos Aires.
Lucio Correa Morales arma su taller de escultura dentro del Zoológico y sus alumnos fueron escultores reconocidos y desarrollaron muchas obras en este espacio, como en el caso del Templo Indostánico y el Pabellón de los Elefantes.
El arco permaneció durante los años y sólo fue cambiando el entorno que acompañaba el desarrollo de la Ciudad.
En 2019 se hizo una intervención para la puesta en valor del Arco teniendo en cuenta que el Jardín Zoológico es Monumento Histórico Nacional y todos los elementos relativos a él están amparados por la normativa. La restauración fue hecha por el restaurador Miguel Crespo y el asesoramiento del Arq. Marcelo Fontanetto desde la Comisión Nacional de Monumentos.
Una vez logrado esto, se procedió a realizar una tarea de iluminación y se realizaron las tareas con la Dirección General de Alumbrado para ponerlo en condiciones de valoración y destacables en las noches.
El Arco de Tito existe y es valioso por sí porque nos permite reconstruir historia de la Ciudad. Texto de María José Micale / GCBA.
Nota do blog: Data e autoria não obtidas.